60.
El derecho de reglamento era una ley muy bien cambiada que nunca había sido utilizada. Me imaginé al idiota de Alexander sentado en la biblioteca, intentando leer, con su pésima comprensión de lectura, el reglamento de Luna Azul para encontrar en él algún fallo que pudiera perjudicarme, y lo había encontrado. Pero esperé que aquel arcaico libro, lleno de reglas absurdas de hacía más de 500 años, no comprometiera mi liderazgo. Pero estaba seguro de que había un as bajo la manga. Los ancianos del Consejo tenían profundo rencor por Flagela, un rencor que el antiguo Alfa había sembrado. Pero me parecía cínico de su parte: ellos eran los que habían secuestrado a Alicia, los que la habían hecho pasar por una persona que no era, y aún así eran ellos los que guardaban el rencor contra los lobos de hielo. Me parecía cínico de su parte.
— ¿No estarás conmigo? — le pregunté a Ángel mientras veía que retrocedía antes de entrar al palacio.
Él se encogió de hombros. Hablábamos en nuestra cabeza.