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Supe que tenía el pleito ganado cuando el ridículo de Alexander comenzó a enumerar todas las fallas en las que yo había caído desde que comencé a liderar la manada, comparándolas con el libro de las reglas de Luna Azul. Eran tan patéticas, tan ridículas, tan tristemente rebuscadas, que lo único que hizo fue que, en vez de que mi rabia aumentara, sucediera todo lo contrario: me relajé, al punto de que incluso bostecé un par de veces y me reí ante alguna de las acusaciones más pendejas que habían hecho en mi vida.
Como hablarle mal a la Luna Madre.
¿En serio? ¿Habían citado una reunión y estaban pensando en destituirme porque le había dicho "cuántos pares son tres moscas" a la ex luna de la manada? Una mujer que ahora era llamada "Luna Madre" solamente para que sintiera que su presencia no era un estorbo dentro de la comunidad. Su esposo estaba muerto, su relevancia ahora ya no era importante. Elena no era más que una sombra de lo que alguna vez fue. Y aunque pretendía seguir manipuland