57.
No dudé ni un segundo antes de correr hacia donde estaba mi amiga. Pero entonces Sirius se colgó fuertemente de mi mano.
— ¿Qué haces? — me preguntó.
— ¡Pues voy con ella, es mi amiga!
— ¡Claro que no! No voy a permitirlo. Ya te lo dije, es una vampiro. ¿Cómo se te ocurre?
— ¡Ella es mi amiga! ¡Es humana! Fue la única que estuvo conmigo cuando fui desterrada de Luna Azul. ¡Si Dios quiere detenerme, ay, no sé! ¡Si tú lo haces, también!
— Pero yo logré salvarte a tiempo.
— ¡Déjame, Sirius! — le supliqué.
El joven salió corriendo detrás de mí. Helen desapareció detrás del árbol.
— ¡Helen! — le grité — . ¡Estoy aquí!
Pero ella salió corriendo, escapando de mí. Sonreía, parecía una niña jugando.
— ¡Helen! — la llamé — . ¿Dónde estás?
Sirius se había transformado y corría detrás de mí con todos sus sentidos alertas, pero yo no sabía por qué lo hacía. ¡Ella era mi amiga! No me haría daño.
— ¡Helen! — grité con los ojos llenos de lágrimas.
Pero ella seguía corriendo. No entendía