23.

Por alguna extraña razón, me sentí muy feliz de ver a Valentín. Me había asustado bastante el hecho de que tal vez lo hubiera matado, y aunque Sirius me dijo que estaba vivo, no me sentí tan tranquila hasta que lo vi entrar por la puerta. Cuando llegó conmigo, le di un corto abrazo.

— ¡Qué bueno que estés bien!

Él sonrió. Luego, la mirada de Bastian y la suya se cruzaron. No tenía que ser una bruja ni tener sangre de ningún tipo para darme cuenta de que tramaban algo. Ambos sonrieron, y Valentín me tendió el brazo.

— Bien, vamos. Te llevaré con Ariadna. Es mejor que me acompañes porque esa mujer me da miedo — dijo el Alfa antes de retirarse conmigo colgando del brazo.

Yo le di una última mirada al Alfa, y él asintió con calidez. Y yo le sonreí de vuelta.

Cuando salimos, Sirius nos estaba esperando afuera.

— Esta vez voy con ustedes — sentenció el joven.

Valentín le dio una fiera mirada, pero el muchacho se encogió de hombros.

— Dejaste de ser mi maestro hace como cinco año
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