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Tenía el corazón acelerado. A pesar de que gran parte de mi vida la había pasado sin ningún tipo de poder ni habilidad, estar ahora sin el poder del hielo era algo que me asustaba, porque para poder vencer a Mordor necesitaba no solo del poder del hielo, sino también de mi loba. Y ahora no tenía ninguna de las dos. Solamente tenía mi acelerado corazón palpitando con fuerza en mi pecho y el instinto de Estefanía, que nos llevaba por los pasillos. Podíamos encontrarnos en cualquier momento con algunos de los vampiros de Mordor. Si nos atacaban en ese momento, no podríamos defendernos.
Claro que Estefanía era una vampira más fuerte de lo normal, ya que había sido transformada directamente por Oliver. Su sangre era más pura que la de un vampiro puro. Pero ¿qué podría hacer contra tres o más vampiros que nos atacaran a la vez? Solo teníamos que tener un poco de suerte. Era lo único que necesitábamos y todo estaría bien. Teníamos que llegar al lugar en el que Estefanía estaba segura de que