165.
Estefanía estiró sus manos hacia mí y las apoyó en mi pelaje. Yo sabía que necesitaba calmarme. Algo habían logrado enseñarme en Luna Azul, antes de que desistieran de mis clases cuando veían que mi transformación, al parecer, nunca iba a llegar. Tenía que respirar. Tenía que recordar esa sensación que había escapado de mi pecho y meterla nuevamente dentro de mí.
Usualmente, cuando los niños se transformaban por primera vez, siempre había un adulto presente. Alguien que ya había pasado por aquello, alguien que podría explicarte qué era lo que significabas, lo que estabas sintiendo, cómo regresar a tu forma humana y cómo entender tu nueva habilidad.
Pero yo estaba sola. Solamente estaba con Estefanía, y ella no podía ayudarme porque era una vampira. Y aunque no lo fuera, tampoco tenía ningún conocimiento al respecto.
Acariciaba despacio mi pelaje. Sabía que calmarme podría ser la solución. De hecho, lo era. Pero ¿cómo podía calmarme en una situación como esa?
Estaba dentro de la grieta