124.
La manada entera contuvo el aliento. Todos sabían cuál sería el resultado de aquella batalla. Todos sabían que yo no podría vencer a Lili por nada del mundo. Que era fuerte y rápida, tal vez la más fuerte y la más rápida, pero ella era una loba de raza superior.
Alexander estaba sentado más allá, sobre un tronco de madera, mirando todo con arrogancia. Pero no era más que una fingida arrogancia. Por dentro tenía miedo. Claro que lo tenía, porque sabía que estaba mal, porque sabía que aquello no era más que una manipulación por parte de Elena. Pero me pregunté:
— ¿Entonces por qué no lo detiene?
Él tenía el poder para hacerlo. Lo supe. Porque tenía que morir para poder hacerlo. Si él daba marcha atrás a los planes que había impuesto, la única forma de que todo saliera como la ley lo acordaba era que yo lo matara. Él ya no tenía marcha atrás. Por eso seguiría con esto hasta el final.
La enorme loba frente a mí comenzó a rodearme, acechándome, y yo me puse de pie tan rápido como pude. Mi