112.

Hubiese preferido descansar un poco. A pesar de que mis genes eran de alfa, no dejaba de ser un simple mortal, y el viaje de regreso desde el aquelarre hasta Flagela me había arrancado la mitad de las energías. Estaba sentado en la orilla de la cama comiendo algo de fruta y esperando. La noche comenzaba a caer y mis ojos se entrecerraban, pero necesitaba encontrar fuerza.

La puerta se abrió, pero antes de que la persona entrara, yo ya sabía que era Ángel. Sus pensamientos habían precipitado sobre mí antes de que siquiera estuviera en el pasillo cerca de la habitación.

— El consejo ya está reunido. Pero sinceramente pienso que debiste haber contado todo después de que ganaras la guerra.

— No — le dije, poniéndome de pie y lanzándole una de las frutas de la canasta que habían dejado sobre mi cama.

Mi amigo la tomó y la devoró; también estaba muerto de hambre y cansancio.

— Ellos tienen que saberlo, porque si no sobrevivo a esta batalla, el alfa Bastian tiene que encargarse de reunir
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