—Esta corte falla en favor de la señora Abril García. El acuerdo matrimonial será cumplido en su totalidad. La propiedad principal quedará a nombre exclusivo de la señora, y tanto la cuenta bancaria como la empresa conjunta deberán dividirse equitativamente.
El sonido del mazo resonó como un disparo seco, firme, definitivo. El juez no esperó reacciones y abandonó la sala sin mirar atrás, dejando tras de sí un silencio tenso y cargado.
Gregorio no pudo disimularlo. Sus ojos se abrieron como platos y el rojo se le subió al rostro. No era vergüenza.
Era furia, una rabia tan visceral que parecía a punto de explotar. Miró a Abril con un odio que solo puede sentir quien creyó que alguien era suya y acaba de perderlo todo.
Pero ella… sonrió. Una sonrisa calma, elegante, casi burlona. No era venganza: era justicia.
Amadeo, a su lado, entrelazó sus dedos con los de ella. No necesitaban hablar.
Se levantaron en silencio, caminando juntos hacia la salida. Pero Gregorio no iba a dejarla marcharse