La imponente presencia de la pareja al entrar al salón robó la atención de todos los presentes. Las miradas se volvían hacia ellos, curiosas y fascinadas, especialmente al ver a la hermosa mujer vestida de rojo, cuyas curvas quedaban realzadas por el drapeado de su vestido. Los murmullos y comentarios comenzaron a surgir de todos lados, algunos de admiración y otros de especulación sobre la relación entre la viuda y su cuñado. Rápidamente, dos guardaespaldas se acercaron a la pareja. Alessandro, manteniendo una postura firme, hizo a un lado a su cuñada y levantó las manos, sabía que era una práctica habitual en ese entorno. Además tenía que someterse a los requerimientos de Nikollò, ya que éste se encontraba en su territorio. Con un gesto que denotaba absoluta tranquilidad, esperó que ambos hombres lo revisaran y descartaran que estuviese armado. Mientras tanto, uno de los escoltas de seguridad, un hombre robusto con ojos de halcón, se comunicó por radio con otro guardaespaldas qu
—¡Sade! —murmuró en voz baja, mientras la sensual morena con parte de su rostro oculto detrás del antifaz, caminaba hacia el centro del escenario y era recibida por el aplauso de los invitados a la zona VIP. Sade comenzó a bailar al ritmo de la música, sus movimientos sensuales y fluidos capturaron de forma instantánea la atención de los invitados. La precisión en cada paso ejecutado demostraban su confianza, destreza y sobre todo la experiencia que poseía en el arte de bailar. Se dirigió hacia la silla ubicada a un costado izquierdo del escenario, mientras las luces la seguían e iluminaban cada uno de sus estilizados movimientos. La luz suave del escenario, acentuaba estratégicamente cada gesto, cada curva de sus amplias caderas y torneados muslos. Con un suave deslizamiento, se acercó a la silla, girando alrededor de ella con gracia. Sus caderas se movían al compás de la sensual música, y su mirada cautivadora se entrelazaba con la de los invitados, en especial con la de Aless
Alessandro la soltó apenas, como temiendo hacerle daño, pero su mano, temblorosa, se deslizó hacia su rostro. Sus dedos acariciaron su mejilla con una ternura que contrastaba brutalmente con la fuerza de antes.—No sabes… lo que me haces sentir —murmuró, rozando sus labios apenas contra los de ella, sin llegar a besarla.No hizo falta decir nada, con un leve movimiento, Liliana acortó la poca distancia que había entre ellos. Alzó la mirada hacia él, encontrando un brillo especial en sus ojos; eso la desarmó por completo. Lentamente ella cerró los ojos, dejándose arrastrar por una marejada de deseo que la envolvía. El primer roce de sus labios fue una explosión silenciosa, un choque de emociones contenidas durante ese corto tiempo, aún así era intensa y difícil de continuar evadiendo. Alessandro la besó con hambre, con desesperación, como si al hacerlo pudiera asegurarse de que realmente estaba allí y que no la había perdido. Sus manos, antes firmes, ahora la rodeaban con una ter
La iluminación de la habitación era todavía más tenue que la anterior. Sobre las paredes colgaban retratos de distintos juegos de hacer, lujosos casinos y naipes antiguos, como ídolos de un culto clandestino. Las gruesas alfombras amortiguaban los pasos, y cada mueble parecía elegido con precisión para dar la sensación de “confort” a los jugadores. Liliana atravesó la sala hasta detenerse frente a poltrona de madera y cuero situada al lado izquierdo del sillón que Nikollò tomó para sentarse. Alessandro cruzó la nueva sala con seguridad en cada paso que daba. Las miradas que lo seguían no parecían perturbarlo en lo más mínimo. Se sentó frente a Nikollò con lentitud. Liliana tragó saliva. Por un instante, deseó que Alessandro desistiera de aquel juego. Mas, él no la miró; su atención estaba enfocada únicamente en su adversario.El dealer, barajó con profesionalismo el mazo de cartas personalizadas. Dos cartas ocultas fueron repartidas para cada uno. Las apuestas obligatorias fuer
Alessandro permaneció en silencio mientras Nikollò, con su habitual sonrisa esperaba la respuesta de su rival, una respuesta que era crucial para los tres: Nikollò recuperaría su dinero y humillaría a Alessandro follando con su protegida esa noche. Alessandro, podría ayudar a Sade para que regresará a Madrid y le daría parte del dinero que ganó esa noche para que dejara de trabajar como bailarina nocturna, además de arrebatársela de las manos de su rival. En el caso de Sade, no sólo obtendría el dinero para la operación de su madre sino que recuperaría su libertad sin tener que entregarse a aquel hombre aborrecible. Todos ganaban algo, incluso Liliana que debía cruzar los dedos para que Alessandro perdiera y no estuviese con la hermosa morena que en fracción de segundos se había convertido en la mujer trofeo.Aquella idea de ver a Sade como a un trofeo, repugnó a Alessandro. Sin embargo, había algo en los ojos de Sade, una especie de súplica, que le hizo comprender que esa era la ú
Esa mañana Liliana despertó muy temprano, se sentó en la cama, estiró los brazos, suspiró profundamente y una sonrisa se dibujó en su rostro. ¡Sí! Estaba emocionada y ansiosa por la celebración de su quinto aniversario. ¿Qué sorpresa le tendría preparada Enzo para esa ocasión? Desde una lujosa luna de miel en Santorini, un hermoso collar de diamantes valorado en 1 millón de dólares en su primer aniversario hasta un fabuloso crucero por el Caribe en sus bodas de Cuero; el famoso empresario siempre lograba sorprenderla con los más inesperados obsequios. Liliana, apartó a un lado el edredón de seda, se colocó las pantuflas, se levantó y fue hasta el baño para asearse. Tenía aún, algunas cosas pendientes por hacer: debía asistir a su cita en el SPA, luego al atelier de belleza y finalmente ir al aeropuerto por su marido en su coche, un Bugatti Chiron blanco 2024 que le obsequio en su cuarto aniversario. Podría decirse que a sus veinticuatro años, ella lo tenía todo, un marido co
El coche se detuvo frente a la lujosa mansión, Liliana bajó algo triste. Aquella pequeña discrepancia con su mejor amiga la dejó preocupada y ansiosa. Entró a la mansión con prisa, aún debía terminar de arreglarse para ir al aeropuerto y buscar a Enzo. En el momento que se disponía a subir las escaleras, la voz de su empleada de confianza, la detuvo. —Sra Liliana, le llegó este sobre. —dijo y se acercó hasta su patrona. —¿Para mí? —preguntó Liliana con curiosidad. La empleada hizo un movimiento firme de cabeza— Déjalo en mi habitación, Celeste, lo revisaré luego de ducharme. Estoy un poco retrasada. Enzo ya debe estar llegando al aeropuerto y quedé de ir por él. —Como usted ordene, señora. —contestó la mujer; Liliana subió el primer escalón y por segunda vez la empleada la distrajo— Disculpe señora, ¿desea que le informe al chofer para que la lleve hasta el aeropuerto? —No, no es necesario Celeste. Iré en mi coche. —Sonrió con picardía.— No sé qué planes tenga mi esposo. De t
Trastornada ante aquella idea, Liliana giró la llave y encendió su coche. Su presencia en aquel lugar, no tenía el más mínimo sentido. Dejó la cartera en el asiento de al lado y fue entonces cuando recordó el sobre. Un escalofrío recorrió su espalda haciéndola estremecer, deslizó su mano temblorosa y lo tomó. ¿Habría alguna respuesta a sus dudas dentro de aquel sobre? Se preguntó a sí mima ¿Y si eran fotos de él con su amiga? —¡Mierda, mierda! —exclamó con frustración. Estaba perdiendo la cordura, su mente la llevaba de un extremo a otro. Por un lado, quería pensar que eran sólo ideas que provenían de sus celos, pero por otro lado, necesitaba descubrir la verdad. Con los dedos temblorosas, Liliana sostuvo el sobre entre sus manos. La solapa sellada del sobre, parecía una barrera resguardando el secreto contenido en su interior. Liliana respiró profundamente, llenando sus pulmones de aire, y luego, con un movimiento deliberado, introdujo su dedo índice bajo la solapa del sobre,