La imponente presencia de la pareja al entrar al salón robó la atención de todos los presentes. Las miradas se volvían hacia ellos, curiosas y fascinadas, especialmente al ver a la hermosa mujer vestida de rojo, cuyas curvas quedaban realzadas por el drapeado de su vestido. Los murmullos y comentarios comenzaron a surgir de todos lados, algunos de admiración y otros de especulación sobre la relación entre la viuda y su cuñado.
Rápidamente, dos guardaespaldas se acercaron a la pareja. Alessandro, manteniendo una postura firme, hizo a un lado a su cuñada y levantó las manos, sabía que era una práctica habitual en ese entorno. Además tenía que someterse a los requerimientos de Nikollò, ya que éste se encontraba en su territorio. Con un gesto que denotaba absoluta tranquilidad, esperó que ambos hombres lo revisaran y descartaran que estuviese armado.
Mientras tanto, uno de los escoltas de seguridad, un hombre robusto con ojos de halcón, se comunicó por radio con otro guardaespaldas qu