64. Pov Dan
El olor a café llenaba la cocina cuando escuché el agua de la ducha apagarse arriba.
Era temprano todavía; el sol apenas se filtraba por las persianas y pintaba líneas doradas sobre la mesa. Había preparado el desayuno casi sin pensar, como si mis manos se movieran solas. Pan tostado, jugo, un poco de fruta. Lo hacía para ocuparme, para no quedarme quieto pensando en lo que había pasado la noche anterior.
Aunque, por más que lo intentara, todo en mí seguía girando en torno a eso.
A ella.
La escuché bajar los escalones y, percibí esa forma en que el aire cambiaba cuando entraba en una habitación, ese perfume leve que me dejaba sin palabras.
—Buen día —dijo con voz suave.
Levanté la mirada. Venía con el cabello todavía húmedo, una remera clara, los ojos un poco esquivos. Tenía ese aire entre vulnerable y fuerte que me volvía loco. Sonreí sin pensarlo, como si el cuerpo me guiara antes que la cabeza.
—Buen día —respondí.
Se acercó a la mesa, dudando un instante, como si no supiera si s