63. Pov Niki
Desperté con la luz filtrándose entre las cortinas, una línea dorada que cruzaba la habitación y caía justo sobre su espalda. Durante unos segundos no supe dónde estaba. El calor bajo las sábanas, el olor a piel, el sonido lento y profundo de su respiración… todo me pareció ajeno, como si lo soñara.
Después recordé.
Él dormía a mi lado, de costado, el brazo extendido sobre mi cintura como si temiera que me escapara. No podía moverme. No quería hacerlo. Me quedé observando la forma en que su pecho subía y bajaba, el leve fruncir de sus cejas incluso dormido, como si cargara algo que no lo deja en paz.
Y me dolió lo mucho que me gustaba mirarlo.
La sábana apenas nos cubría. Sentía en mi piel las marcas de la noche, la suavidad de su piel contra la mía, y en el pecho ese vacío que solo deja lo que uno sabe que puede perder. No fue un error, me repetí, intentando creerlo. No fue un error.
Pero entonces el pensamiento vino igual, inevitable: ¿qué pasará ahora?
Cerré los ojos un momento,