Pov Niki
La cena había comenzado tranquila. Anne estaba feliz en su sillita, jugando con los fideos que apenas lograba llevarse a la boca, mientras Dan y yo compartíamos un silencio extraño, cómodo y tenso al mismo tiempo. La salsa tenía un aroma delicioso, y aunque intentaba concentrarme en eso, cada vez que levantaba la vista lo veía mirarme con esa expresión suya serena, como si nada lo perturbara.
—Está increíble, Dan —le dije, sonriendo apenas—. Tu salsa tiene un sabor especial, debo reconocerlo.
—Es que tengo mis secretos ocultos —respondió con una media sonrisa, llevándose otro bocado a su sensual boca.
Me reí un poco incómoda, bajando la mirada, justo cuando un trozo de fideo con salsa escapó del tenedor y cayó directo sobre mi camiseta blanca.
—¡No! Mi camiseta nueva —exclamé, mirando la mancha rojiza extendiéndose sobre el algodón.
Dan dejó el cubierto enseguida y se levantó, agarrando un trapo húmedo.
—Tranquila, te ayudo.
—No hace falta, puedo…
Pero ya estaba a mi lado,