La vida de Camil cambió drásticamente cuando supo que estaba embarazada. Ya su carrera de modelo no podía seguir… Los años han pasado y ella solo tiene un deseo: que «él» nunca se entere que ella tiene un tesoro. Ya no sueña con ser millonaria, ni ser la novia de un CEO de la minería, o de un jeque en Arabia. Ya eso lo intentó y de esa historia solo consiguió una cosa… a su hija. Emira tiene seis años, y está en una edad difícil donde empieza a hacerse preguntas sobre su origen. Camil no piensa hablar una sola palabra sobre el tema. Todo cambia cuando el “Jeque” llega accidentado al hospital donde Camil trabaja. El encuentro resulta devastador… Ella lo creía superado y él nunca la buscó, o eso cree Camil. Farid, que así se llama el «susodicho» no se conforma con solo verla y la curiosidad de saber que ha sido de la vida de la ex modelo que le flechó el corazón años atrás, pues lo lleva a tropezarse con el “tesoro de pelo negro”.
Leer másEPÍLOGO 10 años después CAMIL ARAY —Doctora Aray, su esposo pregunta al Teléfono… ¿si puede venir por usted?— me comunica una de las residentes de cirugía a la que estoy entrenando tan pronto hecho a mi oficina como jefa de cirugía. Reviso los bolsillos de mi bata y no me sorprendo, puesto que otra vez dejé mi teléfono celular olvidado en algún sitio. Tan propio en mi… —Puedes decirle que en diez minutos estaré lista. Solo termino las rondas y estaré cien por ciento disponible para él— le respondo y salgo, camino a paso apurado para regresar al trabajo. El árabe bruto me mataría si sospecha que en esos diez minutos pienso correr una maratón para terminar todo lo que aún tengo pendiente antes de irnos de vacaciones. Una segunda y merecida Luna de Miel. Por qué si… esta es mi vida: Soy Camil Aray, Doctora Cirujana, treinta y seis años de edad, madre de cuatro hijos y feliz… muy felizmente casada con el amor de mi vida. Puedo decir que ha sido un viaje emocionante desde que me reen
FARID ARAY Al fin había llegado el día, hoy por fin sería un hombre casado… hoy por fin podría llamar a mi Habiba como mi esposa. Mía… mía hasta el final de mis días. Si eso no era la dicha… pues no sabía yo cómo se sentía. El sentimiento atroz de la desesperación si lo conocía, las mariposas negras las había sentido en mi interior cuando Camil me dejó la primera vez, y luego cuando la supe en peligro a manos de ese medicucho de quinta. Mas hoy, era un día de suma felicidad. Hoy se cumplía mi razón para estar vivo.La iglesia estaba decorada con ramos de rosas rojas y lirios blancos, y el aroma a incienso se mezclaba con el de las flores. Era un espectáculo digno de ver. Solo esperaba que para Camil resultara tan perfecto como para mí.Los invitados empezaron a llegar, vestidos con sus mejores trajes y vestidos de gala, todos ansiosos de ver a la pareja del día. Todos los asistentes me miraban emocionados, me hacía sentir aún más orgulloso de lograr casarme con la mujer de mis
CAMIL ARAYCreí que la boda se atrasaría, pues tontamente pensaba que no era lo correcto casarnos en medio de lo que estábamos viviendo. Sin dudas pasábamos por una de las pruebas más duras a la que se enfrentaría nuestra relación.Y era de esperarse que algo entre nosotros cambiara, después de la visita a la penitenciaria de mujeres… y de todo lo que escuchamos allí; de los problemas y de la impunidad que disfrutaría Mara a pesar de haber sido la autora intelectual y confesa de un horrible asesinato.Todo eso hizo que, mi arabillo hermoso tuviera un humor raro. Lo sentía distraído, dolido, y profundamente afectado. ¿Y cómo no? Si era lo más doloroso que mi madre pudo haber hecho en nuestra contra…Eso sí, cuando le planteé la posibilidad a él, se negó rotundamente. —¿Atrasar la boda? — preguntó enarcando una de sus tupidas cejas negras— ¿Con qué motivo? — demandó cómo si lo que acabara de decirle fuera la cosa más descabellada del mundo. Lo miré con dudas, con miedos, pero con to
CAMIL ARAY Esa noche al volver a casa lloré como una niña pequeña. Era demasiado doloroso saber que mi madre hubiera sido capaz de planear un acto tan deliberadamente atroz y mortífero e no contra una joven pareja de esposos, con un niño pequeño. Le tomo tiempo tomar una resolución, pero cuando no fue capaz de soportar más el rechazo del padre de Farid, sencillamente decidió asesinarlos. No pensé que su personalidad frívola le permitiera ser la autora intelectual de un asesinato, pero ella misma lo había confesado; así que no quedaba más por hacer que creerle y vivir con el dolor que su confesión había causado en nosotros « y si… ciertamente era demasido doloroso». Salimos de la institución carcelaria, Farid me apretaba la mano mientras que me guiaba hacia el parqueo a paso apurado. El cielo estaba totalmente cubierto por nubes oscuras, enormes y centelleantes, y ya había comenzado a lloviznar en Atlanta. Lo que empezó como una inocente visita a la Cárcel estatal del mujeres para
FARID ARAY —No le hagas caso Farid… ¡Esta mintiendo! ¿No ves su rostro? ¡Solo busca hacerte más daño¡— repuso Camil mirando a Mara con desprecio, y olvidándose por completo que ese ser de mente enferma y retorcida, había sido quien le dio la vida… «para tratar de arruinársela después, vale destacar»—No te basto el daño que Dave Brown nos causo por tu culpa, ni tampoco que estuve a punto de perder al amor de mi vida…, y también a mi bebé. —Claro que no me importa lo que pierdas… y menos si este bastardo está incluido en la lista de pérdidas reparable. ¡No seas débil Camil!¡Ho no te hice así! ¡Ya deberías saber que no hay nadie irremplazable, ni imprescindible — escupió esa m@ldita víbora mirándome con asco de pies a cabezas como si me tratara de un gusano al que no le importa aplastar por salirse con la suya. —¿Es eso lo que te duele, Mara? — pregunté sin dejarme provocar aun más «aunque con Mara había que ser experto en paz mental para no dejarse llevar por la ira que esa «señora»
CAMIL ARAYEntramos en la penitenciaria de mujeres del estado de Georgia, y no pude evitar que la piel se me pusiera de gallina de la fuerte impresión que me causo. El árabe bruto lo notó de inmediato, y reforzo su agarre alrededor de mi cuerpo, no fuera a ser cosa de que cayera desmayada en cualquier momento. Farid me había convencido que el venir a visitar a Mara antes del juicio, seria lo mejor, ahora estando aquí… pues ciertamente tenía mis dudas al respecto.No era sencillo para mí, pues los sentimientos de culpa y desprecio que evocaban el saber que mi madre estaba en la cárcel gracias a la denuncia que yo misma había formulado, me impedían respirar con normalidad.Es que tampoco era fácil para mi saber, que el objetivo primordial de mi madre con su plan inicial, y con lo que hizo, era que yo lo perdiera todo, porque ella sabía que si Farid se llevaba a Emira indefinidamente… yo lo perdía todo. A veces me desvelaba, preguntándome que tipo de madre había sido Mara, pues yo a Emi
Último capítulo