La batalla contra la adicción era un enemigo que no conocía horarios. Daniel había creído ingenuamente que la luz del día sería su aliada, que los demonios solo salían con la oscuridad. Pero Marco —ese personaje que había creado para satisfacer los deseos más oscuros de mujeres poderosas— no era solo una máscara nocturna. Era una parte de él, una serpiente que se había anidado en su alma y que ahora exigía ser alimentada.
¿Cómo se mata a algo que es parte de ti? La pregunta lo perseguía mientras revisaba los informes trimestrales. Las cifras bailaban ante sus ojos, números que representaban millones de euros, pero que no significaban nada comparados con la lucha que libraba en su interior. Sus dedos temblaban ligeramente mientras pasaba las páginas, un temblor que atribuía al café, pero que sabía que era síntoma de algo más profundo.
La necesidad llegaba en olas. Primero, un cosquilleo en la piel, como si miles de hormigas caminaran bajo su superficie. Luego, la aceleración del pulso,