«EL DESCUBRIMIENTO Y EL JUEGO PELIGROSO»Shakespeare dijo que el mundo es un escenario. Muy bien, Willy, buena observación… pero te quedaste cortísimo. Porque no todos los actores se limitan a una sola obra. No, no. Hay quienes encadenan funciones dobles, triples, y sin cambiarse de peluca. Un día, Hamlet al mediodía; por la noche, estrella invitada en un cabaret donde el vestuario incluye lentejuelas, secretos y un whisky de treinta años. Y el público, encantado… sin sospechar que aplauden a la misma persona en dos mundos distintos, como si a Clark Kent le diera por hacer burlesque entre titulares.Algunos viven sus papeles con tal maestría que uno ya no sabe si están actuando… o si son directamente una creación del guionista más pícaro del universo. Caminan por los pasillos del poder como felinos de traje a medida, con una sonrisa calculada al milímetro y una mirada que dice “sé algo que tú no sabes”. Nadie —ni el más hastiado de los psicólogos laborales ni el detective más cotilla
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