—Perdón —dijo Sofía, pero su voz no sonaba para nada arrepentida—. No quería interrumpir, pero... —hizo una pausa, como si sopesara sus palabras— la conferencia de prensa fue un espectáculo fascinante, y quería saber cómo habían terminado las cosas.
Daniel intercambió una mirada con Lucía, y algo pasó entre ellos. Una comunicación silenciosa, una comprensión que trascendía las palabras. Habían sido descubiertos, pero no por un enemigo.
—Entra —dijo Daniel, y su voz había recuperado parte de su control habitual—. Ya has visto demasiado como para quedarte en el pasillo.
Sofía entró con la gracia de una gata, sus tacones creando un contrapunto al ritmo que había marcado Lucía minutos antes. Se acercó hasta quedar frente a ellos, formando un triángulo perfecto de complicidad.
—Lucía deseaba estar contigo, amiga —dijo Sofía, dirigiéndose a Daniel pero manteniendo los ojos en Lucía—, en las buenas... en los bailes y en los escándalos.
En los bailes y en los escándalos. La frase flotó en el