«LAS CONSECUENCIAS Y LA LUCHA POR LA AUTENTICIDAD»
Y así, queridos lectores, el telón de la primera temporada se cerró con un suspiro colectivo que sonó sospechosamente como el aire que se escapa de un globo pinchado. ¡Psssshhhhh!
Nuestro CEO de doble vida, Daniel Márquez —ese hombre que logró convertir la esquizofrenia profesional en una forma de arte— había sido desenmascarado, no por la prensa carroñera (¡gracias a un plan tan audaz como ridículo que haría sonrojar a los guionistas de Misión Imposible!), sino por los ojos perspicaces de su, ahora no tan tímida, asistente Lucía.
Ah, Lucía. Nuestra pequeña detective doméstica que pasó de ser invisible como un fantasma corporativo a convertirse en la Sherlock Holmes del despacho ejecutivo. ¿Quién hubiera pensado que la mujer que organizaba sus citas con la meticulosidad de un relojero suizo sería la misma que descifraría el código de su doble vida? La ironía es tan espesa que podrías cortarla con un cuchillo de mantequilla.
¡Qué momen