Y la de Lucía también. Su carrera, su reputación, su futuro profesional se habían entrelazado con los de él de manera irreversible. Era como si hubieran estado atados por una cuerda invisible que ahora se convertía en una cadena que los arrastraría juntos hacia el abismo.
Su perfección profesional, su discreción legendaria, su competencia incuestionable se redefinirían en términos de este escándalo. Se convertiría en "la asistente que sedujo a su jefe", "la mujer que destruyó una empresa", "la cómplice silenciosa".
Sus años de educación, de trabajo duro, de construcción de una reputación impecable se desvanecerían como humo en el viento. Era como si hubiera invertido toda su vida en una moneda que acababa de devaluarse hasta volverse inútil.
Las oportunidades futuras se cerrarían como puertas que se aseguran con doble llave. Su nombre aparecería en las búsquedas de Google conectado para siempre con este escándalo, una marca digital que nunca podría borrarse.
Era como si hubieran firma