El murmullo en las gradas se transformó en un rugido cuando el bolillero terminó de girar y el juez anunció los nombres de los siguientes combatientes. A Emili le había tocado contra un hombre lobo de la manada Luna Nueva. Los ojos de Adrián se endurecieron en cuanto escuchó el nombre del rival. Lo conocía: se trataba de Iván, uno de los guerreros de confianza de Erick.
El aire en el cuadrilátero se volvió pesado. Adrián apretó los puños con fuerza, deseando cambiar los papeles y ponerse él mismo frente a ese hombre. No necesitó mucho para captar la intención que se escondía tras ese emparejamiento: no era coincidencia.
Por el enlace mental, su voz rugió en la mente de Emili:
—Retírate. Ahora mismo.
Ella lo miró desde el borde del cuadrilátero, notando la rigidez de su cuerpo y la desesperación en su mirada.
—Adrián… —empezó a responder, pero su voz temblaba.
Él insistió, casi a punto de perder el control:
—¡Te estoy diciendo que te retires, Emili! No voy a permitir que t