La mañana del tercer día del torneo amaneció cargada de tensión. Diez manadas habían sido convocadas para competir, y entre ellas estaba la manada Luna Nueva, liderada por Erick, el hermano mayor de Adrián.
El joven alfa de Luna Creciente lo supo apenas escuchó los nombres anunciados. A su lado, Emili, Samuel, Sarah, Leandro y Mateo intercambiaron miradas de alerta. Nadie ignoraba la rivalidad entre los hermanos, y menos aún el resentimiento que Erick había cultivado desde hacía años.
En las gradas, el murmullo de los espectadores se mezclaba con el repicar de los tambores que anunciaban el inicio de la jornada. El Maestro de Ceremonias apareció en el centro del campo y su voz metálica retumbó amplificada por la magia de los sellos ancestrales.
—¡Bienvenidos al tercer día del Gran Torneo! Hoy nuestras diez manadas competirán en un juego de estrategia, velocidad y resistencia: La Mancha.
Un rugido de vítores llenó la arena. Adrián observó atentamente mientras el hombre levantaba un est