Mientras tanto, Viktor, impulsado por la información obtenida de Lysander, se movía como una sombra entre las sombras, buscando a Elara. Sabía que tenía que actuar rápido, antes de que la alfa del Eclipse pudiera llevar a cabo su plan y poner en peligro a Diana.
Tras recorrer varios pasillos, llegó a una sala apartada, iluminada por una tenue luz azul. Allí, sentada en una mesa de piedra, se encontraba Elara, rodeada de sus guerreros más leales.
Viktor se detuvo en la entrada, su presencia imponente llenando el espacio. Elara levantó la vista, su rostro mostrando una mezcla de sorpresa y molestia.
—Viktor —dijo, con una sonrisa fingida—. ¿Qué te trae por aquí?
—Sé lo que estás planeando —respondió Viktor, sin rodeos—. Sé que fuiste tú quien le proporcionó la información a Garra Negra.
Elara se echó a reír, con un tono burlón. —Estás delirando. No sé de qué me estás hablando.
—No me mientas —gruñó Viktor, acercándose a la mesa—. Sé que quieres vengarte de los gemelos de Luna Creciente.