Donde el miedo tomó forma.
Isabella Taylor.
Nunca pensé que el amor pudiera doler de esta manera.
Después de la Toscana, regresé con el corazón inflado de ilusiones. Por primera vez en años, sentí que tenía un hogar en Luciano, no en un lugar físico, sino en su mirada, en sus silencios, en esa forma suya de abrazarme como si con su cuerpo pudiera protegerme de todo lo que el mundo quisiera arrojarnos encima.
Pero el mundo… oh, el mundo tenía otros planes.
El día después de aterrizar, las noticias comenzaron a golpearnos como puños invisibles.
Primero fue una llamada de mi madre, su voz temblorosa al otro lado de la línea.
—Isabella… algo pasó. Entraron a casa anoche. Revolvieron todo, rompieron mis cuadros, tus fotos… y… y en el espejo de mi habitación alguien escribió con labial rojo: “entréguenla.”
Sentí cómo el estómago se me cayó al suelo. No por preocupación por el hombre que contribuyó a mi creación.
—¿Estás bien?
—Sí, no estábamos en casa. Pero dejaron una caja. Y… Is