Mi última bala, mi último aliento
Marcos Rivas
Yo no era un héroe, tampoco era un policía, menos un vengador. Ni siquiera era un hombre bueno.
Solo era un hombre enamorado, con las manos manchadas de culpa.
Con el alma partida en dos…
Y con el corazón colgando de un solo nombre: Renata. Con una fe solo en ella.
Y esa noche… estaba dispuesto a morir por ella, a redimir mis pecados, por salvar al más grande amor de mi vida.
Salgo de mis pensamientos cuando Jasón baja los últimos escalones como si estuviera entrando en una fiesta.
Una fiesta perversa. Una que él había organizado, una donde él era juez, verdugo y demonio.
—¿Te parece romántico? —me preguntó, sosteniendo la pistola como si fuera un accesorio de lujo—. Morir aquí, en esta tumba subterránea, por una mujer que hace semanas te escondía como un secreto.
No respondí.
Solo me puse de pie. Dejando delicadamente a mis vidas.
El cuerpo de Renata seguía a mis espaldas. Su respiración era débil, pero constante.
Yo era la única barr