Capítulo 42.
Mi cuerpo habla. Y esta vez no grita.
Isabella Taylor
A veces me despierto pensando en que todo fue una pesadilla.
Que sigo en esa habitación blanca.
Que Jasón aún está escondido tras las sombras, en que no ha muerto.
Que Marcos no está entre la vida y la muerte.
Que Renata no está aún entre un limbo y su vida.
Que Luciano en cualquier momento se marchara con alguien más.
Pero luego los escucho.
Ese sonido profundo, pequeño, suave. Esos latidos dentro de mí.
Esos movimientos súbitos que me sacuden el vientre y me recuerden que el tiempo sigue.
Que yo sigo.
Que nosotros seguimos al igual que la vida.
Y entonces respiro, no con alivio. Si no con algo más importante: con paz.
Cuando llegó la hora de que abandonáramos el hospital, fue con el alta médica para mí, con reposo absoluto y libre de estrés. A Renata su fuerza la recuperó físicamente casi al 100 %, y a marcos no podríamos ponerlo en riesgo con un viaje tan largo, para regresar a casa.
Así que Luciano alquiló un pi