POV: Camila
Santiago fue el primero en advertírmelo. Entró a mi despacho con paso firme, portando un folder de papeles que dejó sobre el escritorio.
—Señora, la señora Amelia me pidió que le informara… esta noche habrá una cena en Palacio. Familias políticas, esposas de ministros, gente influyente.
Levanté la vista.
—¿Y yo soy invitada o accesorio?
Él sonrió apenas, con esa sobriedad que ya se estaba volviendo su sello.
—La organizó Amelia pensando en usted. No sería prudente dejarle el escenario a otros.
Asentí. Amelia sabía moverse.
Más tarde, en mis habitaciones, me mostró el vestido que había mandado preparar. Rojo profundo, entallado a la cintura, escote contenido pero poderoso, tela que caía como un río de fuego hasta el suelo. Lo toqué con la yema de los dedos. Era un arma.
—Con esto —dijo Amelia— no necesitará hablar mucho.
Sonreí. Ella tenía razón.
La cena se celebró en el salón dorado de Palacio. Candelabros de cristal colgaban del techo, las paredes reflejaban la luz en des