Capítulo 48.

POV: Camila

El alta llegó con sabor amargo. Los médicos me entregaron los últimos resultados y confirmaron que el veneno ya no estaba en mi sistema, que los gemelos seguían fuertes. Carlos parecía más feliz que yo; me acarició el rostro con ternura y me ayudó a vestirme, como si todavía temiera que pudiera quebrarme con un mal movimiento. Pero yo ya no era la misma que entró al hospital. Entre frágil, volví más peligrosa.

La primera bofetada de la realidad no fue en la calle, ni con los periodistas esperando. Fue en el mismo Palacio.

Apenas crucé la puerta principal, la vi. Marta, mi suegra, instalada como si nunca se hubiera ido. Había hecho traer sus maletas, dos empleadas iban y venían con cajas y flores, y ella sonreía con ese gesto altivo que siempre me dio ganas de romperle la cara.

—Qué alegría verte recuperada, Camila —dijo con voz melosa, como si realmente le importara—. Tenía que estar aquí

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