Capítulo 17.
POV – CAMILA.
AL DIA SIGUIENTE.
El Palacio esa noche parecía un escenario montado para una obra donde todos sabían su papel menos yo. Alfombra roja, candelabros encendidos, copas alineadas con precisión. Cada mesa estaba ocupada por ministros, diplomáticos, esposas de mirada plástica y sonrisas que huelen a perfume caro y veneno escondido.
Me vestí para que no me ignoraran. Vestido negro de corte sobrio, espalda descubierta, un collar que no brillaba demasiado, pero atrapaba miradas. El cabello suelto, con ondas calculadas. No era coqueteo; era poder envuelto en tela. Carlos me tomó del brazo al entrar, como quien quiere exhibir un trofeo. Yo caminé erguida, no como trofeo, sino como la mujer que sostiene la no agacha la cabeza.
Diego ya estaba en el salón. Traje gris oscuro, corbata azul. Un príncipe que no necesitaba corona porque la llevaba en el porte. Cuando nuestras miradas se cruzaron, volvió a pasar: esa chispa silenciosa que no pide permiso.
El banquete empezó con discursos.