Interesados

La madre de Mikkel fingió preocuparse.

—Oh, parece que no sabes controlarte con el vino, que vergüenza, en una noche tan importante —lo dijo en voz alta, las cámaras voltearon hacia ellas.

Lía intentó responder, pero su lengua no respondía, Mikkel que logró al fin deshacerse de los reporteros, se acercó a ellas, al ver a Lía, se dió cuenta de inmediato que algo estaba sucediendo.

—¡Apaguen esas malditas cámaras! —Gruñó.empujando a un camarógrafo, se acercó a Lía y la tomó del brazo.

—¿Qué demonios hiciste ahora? —preguntó.

Vivian se acercó a él con expresión inocente.

—Oh querido, no la culpes, creo que se ha pasado de copas.

Lías intentó decir algo, pero solo logró enredar las palabras, la mandíbula de Mikkel se puso rígida.

—Basta —dijo entre dientes —nos vamos.

Trató de llevarla hacia la salida, pero Lía no pudo caminar, trastabillaba.

—¡Demonios! —maldijo Mikkel, enseguida la tomó por la cintura y la levantó en sus brazos, dirigiéndose hacia la salida.

Las cámaras no se perdieron ni un solo momento.

—Suél…tame…yo...pue…do —replicó Lía.

—Cállate —gruñó Mikkel.

La llevó hasta el auto, abrió la puerta y la sentó con brusquedad en el asiento del copiloto, al inclinarse para colocarle el cinturón de seguridad, su rostro quedó a centímetros del de ella.

—¡Demonios, mujer! —dijo furioso —te advertí que no armarás un escándalo, y es lo primero que haces.

Lía lo miró con los ojos nublados.

—Sabía…sabía que vendrías…a buscar…me —Mikkel frunció el ceño.

—¿Qué estás diciendo?

—Te he,,,extrañado…tan…to —dijo ella mientras sonreía débilmente, y le pasaba los brazos por el cuello, acercandolo.

Él tragó saliva, confundido.

—¿De quién demonios estás hablando?

Lía no respondió, su cabeza cayó contra su pecho, inconsciente.

Mikkel trató de hacerla reaccionar, pero no respondía, su respiración era débil, y su cabeza caía hacia un lado.

—Lía  —la llamó, dándole una leve palmada en la mejilla, Lía, despierta —nada.

Subió al auto de prisa y se dirigió hacia el hospital cercano, durante el trayecto, las palabras que ella había dicho le daban vueltas en la cabeza, “te he extrañado tanto.”

¿A quién se refería? Tendría que investigarlo.

Cuando llegaron del hospital, bajó del auto y se dirigió hacia la entrada.

—¡Necesito ayuda! —pidió.

Dos camilleros corrieron hacia el auto, sacaron a Lía de inmediato, Mikkel los siguió hasta el área de urgencias médicas, pero tuvo que quedarse en la sala de espera.

Un médico salió una hora después.

—Señor Skarsson, su esposa se encuentra fuera de peligro, pero encontramos un fármaco en su sistema, esa sustancia reduce la energía y los reflejos, alguien debió habeserla suministrado.

Mikkel recordó en ese momento que Lía estaba en compañía de Vivian y de su madre.

—¿Podrá irse a casa? —preguntó.

—Sí, pero debe pasar aquí la noche para vigilarla, necesita descanso, la pasaremos a una habitación privada.

Mikkel asintió, poco después el abuelo Henrik llegó al hospital, su expresión era de angustia.

—¿Qué ha pasado, Mikkel? —preguntó en cuanto se acercó —el director del hospital me llamó, dijo que trajiste a tu esposa en mal estado.

Mikkel se pasó una mano por el cabello, las noticias sí que volaban.

—Alguien le suministró un medicamento, no sé quién pudo haberlo hecho.

Henrik apretó la mandíbula, pensando que tenía que investigar lo sucedido a  fondo.

—¿Dónde está?

—La trasladaron a una habitación, iré a casa, enviaré a alguien a cuidarla.

El anciano miró a su nieto con gesto serio.

—Voy a ser claro contigo, esa muchacha es tu esposa, te corresponde cuidarla, no puedes dejar que alguien más se encargue.

—Tengo asuntos que atender.

Henrik golpeó fuertemente el bastón contra el piso, lo hacía cada vez que estaba molesto.

—No me hagas repetirlo de nuevo, vas a quedarte.

Mikkel cerró los ojos por un momento y respiró profundo.

—Está bien, voy a quedarme.

—Es lo correcto, no la dejes sola esta noche.

Poco después que el abuelo se fue, el médico informó a Mikkel que Lía ya había sido trasladada a la habitación,

Mikkel se dirigió hacia allá, al entrar, vió que Lía aún dormía, tenía la vía del suero conectada a su brazo.

Se veía frágil, no parecía la mujer que lo desafiaba.

La puerta de la habitación se abrió poco después, tres personas entraron, era la familia de Lía, Clara, Vera y Lars.

—¿Quién demonios les ha informado? —preguntó con disgusto Mikkel.

Vera sonrió, y de inmediato fingió estar preocupada.

—Querido cuñado, nos enteramos que Vera está mal y quisimos venir a verla.

Lars se acercó extendiendo su mano para saludarlo.

—Querido yerno, gracias por cuidar a mi hija —Mikkel vio su mano, después su rostro, sin corresponder al saludo.

Clara intervino en el incómodo momento.

—Así es, querido yerno, que alivio saber que está en buenas manos.

Mikkel los observó con desconfianza, mientras hablaban, se dió cuenta de que ninguno de ellos miró a Lía ni una sola vez.

—¿Eso es todo lo que tienen que decir? —preguntó en tono cortante —porque ella sigue inconsciente por si no lo han notado.

Clara fingió ofenderse.

—Solo queríamos expresarle nuestro agradecimiento.

Vera sonrió.

—No seas tan duro con nosotros, cuñado, seguro estás estresado, si quieres puedo darte un masaje para que te relajes.

Él se le quedó mirando, no podía creer tal descaro.

—¡Cállate! —Vera parpadeó, sorprendida por su tono.

—Yo solo…

—Dije que te calles —repitió Mikkel, bajando la voz a un tono peligroso.

Lars intentó ayudar a su hija.

—Querido yerno, no hay necesidad de que le hables así, Vera solo…

—No me llames así.- —dijo, mirándolo fríamente. esa mirada lo hizo callarse.

—Lía no necesita que se preocupen por ella, lo que necesita es distancia de gente como ustedes, así que se largan, ahora.

Clara intentó sonreír de nuevo.

—Solo queríamos…

—¡Fuera! —Mikkel abrió la puerta y señaló el pasillo, Lars y Clara salieron primero, disculpándose, Vera fue la última en salir, pero antes de hacerlo se detuvo junto a la puerta, inclinándose un poco hacia Mikkel.

—Querido cuñado, espero que podamos salir a tomar una copa un día de estos, sería interesante —dijo con descaro.

Mikkel le cerró la puerta en la cara como respuesta.

—Idiotas —murmuró, esa familia era una plaga de interesados.

Pasaron las horas, Lía seguía dormida, Mikkel la observaba desde el sillón frente a la cama, de pronto levantó una mano para apartarle un mechón del rostro, pero se detuvo.

No, no caería en ese juego de nuevo, había aprendido que el precio por enamorarse de alguien era demasiado alto, y menos se arriesgaría con una mujer que se había vendido por un trato.

—Quien se vende no merece la compasión de nadie —dijo, apartando la mirada.

Por la mañana Lía despertó, sentía la garganta seca y un ligero dolor de cabeza, no tenía idea de lo que había pasado.

—¿Dónde estoy? —preguntó confundida.

El ama de llaves se acercó a ella y le sonrió suavemente.

—Está en el hospital, señora, se desmayó anoche.

—¿Y te quedaste aquí toda la noche? —preguntó.

—No, señora, fue el señor Skarsson quien la ha cuidado.

—¿Mikkel? —preguntó sorprendida.

La mujer asintió.

—El señor se quedó a su lado hasta que amaneció.

Lía no podía creerlo, “parece ser que no es tan frío, después de todo.” Pensó.

Más tarde le dieron el alta, el chofer y el ama de llaves la llevaron de regreso a la mansión Skarsson.

Cuando el auto se detuvo frente a la entrada, Mikkel también llegaba.

Lía bajó del auto, aún débil.

—Gracias por lo de anoche —agradeció de manera sincera.

Mikkel se detuvo y la observó con la misma frialdad de siempre.

—No tienes que agradecer —respondió —no lo hice porque quisiera, el abuelo me obligó a hacerlo.

Después de decir esto entró en la mansión, Lía se quedó inmóvil, observandolo alejarse.

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