Mundo ficciónIniciar sesiónLía iba a responderle como creía que se merecía por imbécil, pero Mikkel se dirigió hacia la puerta, antes de salir volteó a verla.
—Mañana tendrás tu primera aparición pública como mi esposa, espero puedas comportarte.
—¿Comportarme? —Lía frunció el ceño.
—Espero que no me avergüences, no me gustaría tener que recordarte tu lugar delante de la gente.
Después de decir esto salió azotando la puerta, Lía se quedó sola, miró sobre el escritorio los documentos que había firmado, su garganta y sus ojos ardían, apretó los puños, no iba a llorar por culpa de ese maldito danés arrogante.
Horas después, Lía se encontraba en su habitación, no podía dormir, al ver el reloj, eran las dos de la mañana.
En la mesita de noche vió un sobre que no había notado antes, al abrirlo encontró una tarjeta con el sello de los Skarsson.
Era un recordatorio para el evento del día siguiente: cena a ual de caridad, asistencia obligatoria.
No podía creerlo, apenas llevaba un día ahí, y ya la obligarían a mostrarse en público.
Afortunadamente para ella, ese día Mikkel no estuvo en la casa, el desayuno y la comida transcurrieron tranquilos, solo en compañía de Henrik, quien trataba de hacerla sentir mejor dandole consejos.
—Mikkel salió por negocios, así que lo verás hasta la cena —dijo el abuelo, Lía asintió —mi nieto no es mala persona, solo ha sufrido mucho y se ha encerrado en una armadura de acero, es un cabeza dura, tienes que hacerle creer que no te afectan sus palabras.
—¿Me está pidiendo que finja? —preguntó sorprendida.
—Exacto —contestó el abuelo sonriendo —eso hará que se confunda y dejará de molestarte.
Lía respiró profundo y sonrió.
—Creo que puedo hacerlo.
Lía pasó la tarde preparándose para la gala benéfica, le habían enviado un elegante vestido largo, era negro, sin mangas y de cuello alto, algo ajustado, completo por completo con pequeños cristales.
Se sentía como cenicienta, pero en lugar del soñado príncipe, a ella le había tocado un ogro malvado.
Se esmeró en su arreglo, ni ella misma sabía porque lo hacía, pero quería verse bien esa noche.
Recogió su cabello en un moño alto, maquilló sus ojos y se puso rubor, eligió un tono suave para los labios.
Como era de suponer, enviaron al chofer para recogerla, la familia se fue a parte, solo Henrik no asistía a eso eventos, al llegar al lugar, en cuanto bajó del auto, las luces de los fotógrafos la cegaron, del auto que estacionó detrás de ella, bajó Mikkel Skarsson.
Él se acercó a ella, saludó a los periodistas con una leve sonrisa, enseguida le ofreció su brazo.
—Camina y no hables —le dijo entre dientes —no respondas preguntas si te las hacen.
Ella tomó el brazo que le ofrecía, lo sintió tensarse ante su contacto.
Entraron al salón principal, el lugar estaba decorado con excesivo lujo, al verlos llegar, los murmullos empezaron de inmediato,
—¿Esa es su esposa? —escuchó que preguntó alguien.
—No puede ser, pensé que se había casado en secreto con una modelo de Milán.
—Dicen que fue un matrimonio arreglado.
Lía suspiró, escuchando cada palabra, pero sonrió, fingiendo no escuchar nada.
Mikkel saludó a algunos socios, ella se mantenía a su lado, inmóvil, sintiendo como todos allí la juzgaban.
—No te alejes —le susurró él, sin voltear a mirarla.
—No pensaba hacerlo, que tal si me pierdo entre esta gente arrogante.
Él no contestó, pero notó como se endurecía su mandíbula, y supo que lo había molestado.
Mikkel se enfrascó en una charla con uno de sus socios, un hombre aprovechó ese momento para acercarse a Lía, tendría unos cuarenta años y sonreía de manera arrogante, se paró frente a ella y su mirada se paseó por su cuerpo, descaradamente.
—Vaya, así que tu eres la esposa de Mikkel, pensé que le gustaban las mujeres con más experiencia —al escucharlo, Lía alzó una ceja.
—A veces la experiencia aburre, ¿No lo cree?
El hombre soltó una risa incómoda, Mikkel los miró de reojo, pero no dijo nada.
Minutos después, la madre de Mikkel entró en el lugar, todos voltearon a verla, lucía elegante y bella, su amplia sonrisa mostraba que sabía que la observaban.
—Lía, me alegra que hayas venido —dijo en cuanto se acercó —pensé que quizás te sentirías fuera de ambiente en un lugar como este.
—Estoy bien, gracias —Lía respondió educadamente, tratando de controlarse.
—Espero que sepas comportarte —dijo la mujer, sin molestarse en bajar el tono.
Mikkel escuchó, pero se hizo el desentendido, después de todo era parte del precio a pagar por haberse vendido.
Lía apretó la copa que sostenía, sintió unas ganas inmensas de aventarle la bebida encima, pero no lo hizo.
—No se preocupe, señora Skarsson, no suelo dar espectáculo en público.
—Me alegra escucharlo, ya es suficiente con las historias que ha inventado la prensa después de su boda repentina.
Lía entendió la indirecta.
—La prensa inventa lo que no se atreve a preguntar —contestó, alzando un poco la voz sin poder evitarlo.
—Y tú deberías recordar cual es el lugar que te corresponde —dijo Mikkel, en voz baja, pero en tono duro.
—Créeme, no lo olvido un solo segundo —respondió Lía.
Las personas a su alrededor callaron, poniendo su atención sobre ellos, Mikkel sonrió para disimular y alzó su copa.
—Por la familia, para que siempre se mantenga unida —Lía no podía creer tanta hipocresía.
—Yo brindó por la apariencias, para que logren mantenerlas —Mikkel la fulminó con la mirada, las personas a su alrededor se pusieron nerviosas,
Afortunadamente para Lía, los socios de Mikkel lo llamaron, y su madre se alejó hacia un grupo de mujeres después de mirarla con disgusto.
Poco después, una joven mujer de cabello oscuro y vestido dorado, se acercó a ella.
—Así que tu eres la esposa —dijo, sin presentarse, Lía la observó con cuidado.
—Eso parece, ¿Y tú, eres?
—Alguien que conoce a Mikkel como es realmente —le lanzó una mirada fría —lo vi hace un año en Londres, me sorprende que te haya elegido.
—No sabía que las esposas se elegían por votación —contestó Lía, tratando de contenerse para no poner en su lugar a aquella atrevida.
—Oh, querida, por supuesto que no lo es —contestó la mujer, forzando una sonrisa —te daré un consejo, Mikkel se aburre muy fácilmente, no te enamores, no eres su tipo.
—Pues veo que tú tampoco lo eres —la mujer hizo un gesto ante la respuesta de Lía.
—Siempre habrá un fantasma entre ustedes —dijo, Lía iba a preguntar a qué se refería, pero la mujer se dió la vuelta y se mezcló entre la gente.
Mikkel se acercó en ese momento, con el ceño fruncido.
—¿Qué te dijo? —preguntó molesto.
—Nada importante.
—Más vale que me lo digas.
—Solo me recordó que no soy tu tipo —dijo sin voltear a verlo.
Él la tomó fuertemente por el brazo.
—Entonces empieza a comportarte como si lo fueras, te eligieron para ser mi esposa, representas mi nombre, no me hagas arrepentirme de haberte dejado quedarte.
—¿Dejarme quedarme? —preguntó con ironía —más bien creo que el favor fue mutuo.
Mikkel apretó su agarre, Lía movió su brazo y se soltó bruscamente.
—Me pediste no dar un espectáculo, pero eres tú el que lo está dando, querido —dijo Lía, con burla.
Mikkel se acercó amenazante, pero un reportero lo llamó en ese momento, él se alejó para atenderlo.
Lía intentó pasar desapercibida el resto de la noche, ya había tolerado demasiado veneno por ese día, se acercó a una mesa para disfrutar de unos aperitivos.
Pero la calma no duró mucho tiempo.
—Lía, querida —dijo una dulce voz fingida.
Era la misma mujer de vestido dorado que antes la había molestado.
—Tú de nuevo, que sorpresa —dijo Lía.
La madre de Mikkel se acercó a ellas,
—¿Qué pasa aquí? —preguntó.
—Nada, señora Skarsson, solo me acerqué para saludar a Lía —respondió la mujer.
—Tú debes ser Vivian, ¿Verdad? Mikkel mencionó tu nombre alguna vez —mintió.
—Fue hace mucho, ahora me alegra verlo feliz.
La madre de Mikkel sonrió y miró a Lía, luego intercambió una mirada con Vivian, llevaba dos copas en sus manos, ofreció una a Lía.
—Brindemos por la nueva integrante de la familia.
—Brindemos —dijo Vivian, alzando su copa.
Lía sabía que aquellas dos arpías no tenían buenas intenciones, pero aceptó la copa para llevar la fiesta en paz por esa noche.
—Brindemos —repitió, y bebió el contenido de la copa hasta el fondo.
Las dos mujeres rieron.
Poco después, Lía sintió que se movía el piso bajo sus pies, su vista comenzó a nublarse.
—¿Te sientes bien, querida? —preguntó Vivian, sonriendo con malicia —te ves un poco pálida.
—Yo…estoy bien —balbuceó Lía, arrastrando las palabras.







