97. ¿Y serías tú ese alguien?
El aire en la cámara es pesado, casi demasiado denso para respirar, como si las paredes mismas guardaran la respiración conmigo, expectantes, aguardando el momento exacto en que la máscara de lealtad se quiebre y la verdad salga a la luz como un filo escondido; lo presiento desde hace días, esa vibración extraña en las miradas que esquivan la mía, en los silencios que se prolongan un segundo más de lo normal, en la forma en que ciertos nombres se murmuran con cuidado, como si cada sílaba fuese un veneno que pudiera despertar a los fantasmas que duermen bajo los cimientos del santuario.
Él está frente a mí ahora, uno de los que más cerca he tenido, su voz siempre susurrando consejo en mis momentos de duda, sus manos siempre dispuestas a sostener las riendas del caos cuando yo elegía abandonarme al placer o a la rabia; pero esta noche su proximidad tiene un matiz distinto, una electricidad que no es de servicio ni de devoción, sino de algo más oscuro, algo que late como un tambor bajo l