Cap. 52 Sí, eso es verdad
Esa noche, Alba se quedaría en el hospital en observación. Aunque los médicos citaban razones médicas, en el fondo era una decisión estratégica, un refugio temporal de los muros que sentía se cerraban a su alrededor.
Afuera de su habitación, Luther montaba guardia. Su figura era una silueta inmóvil y alerta frente a la puerta, los sentidos afinados para captar cualquier amenaza.
El pasillo estaba en silencio cuando una figura se acercó a él con dos tazas de café humeante.
Era Alejandra. Su elegancia no se veía opacada por la hora ni la circunstancia.
—Toma —dijo, ofreciéndole una de las tazas con una ligera sonrisa que no llegaba a sus ojos, pero que suavizaba sus facciones.
—Sé que la tía Lena se ha ido y que Alba debe estar descansando. Debes tomar algo para mantenerte despierto.
Luther la miró, sin aceptar la taza de inmediato. Su instinto le gritaba que mantuviera la distancia, pero el cansancio y la preocupación eran grandes.
—Aunque yo opino que podríamos hacer turnos —sugirió