Cap. 28 Pronto, mi amor, pronto
La habitación de hospital era tranquila, un santuario de blancura y silencio después del infierno de la villa. Alba descansaba contra las almohadas, una mano protectora sobre su vientre. La confirmación del embarazo era un faro en la oscuridad, una pequeña luz de esperanza que se aferraba con todas sus fuerzas.
Luther entró con dos tazas de té.
—¿Cómo te sientes? —preguntó, su voz áspera, pero su mirada suave.
—Como si hubiera sido atropellada por un camión... literalmente —respondió ella con un atisbo de sonrisa.
—Pero bien. Mejor que en ese lugar.
Luther asintió, colocando una taza en la mesa de noche.
—Tenemos a Alicia bajo vigilancia las 24 horas. La Nana Sara y Petra son leones defendiendo a su cría. No dejarán que nadie se acerque a ella.
—Gracias, Luther —su voz se quebró.
—Sin ti...
—No —cortó él, con firmeza.
—No termines esa frase. Siempre estaré aquí.
La puerta se abrió y entró Julia, con su tableta en la mano.
—Tenemos los resultados preliminares de los análisis de compati