POV Alba Marín

Realmente no puedo creer que esos idiotas no vean tras la máscara de Celeste. Pero en este momento, su ceguera es mi oportunidad. Mi plan está en marcha y nada lo detendrá.

Cuando intentaba conciliar el sueño, escuché el familiar clic en la puerta. Está claro. Alguien, o algo, me está dando permiso tácito para moverme. El pasillo está despejado, como si me estuvieran tendiendo un camino.

Sin perder un segundo, me cambié con manos temblorosas de emoción y me puse el uniforme de enfermera. Me deslicé como una sombra por los pasillos, esquivando la luz de las lámparas, hasta llegar a la suite donde yace mi razón de vivir.

Ahí está. Mi belleza. Mi Alicia.

Cuando sus ojos, tan grandes y claros, se posan en mí, se abren como platos. Su boquita se forma para gritar de alegría, pero alzo un dedo rápidamente hacia mis labios, suplicando silencio con la mirada.

—Shhh, mi muñeca —susurro, acercándome a la cama y tomando su manita entre las mías.

—No grites, mi amor, te va a doler