Capítulo 120

Después de todo lo que había pasado la noche anterior, me convencí de que aquello no era más que un malestar estomacal. Nada grave. Seguramente la cena, la mezcla de nervios, las emociones… mi cuerpo lo había resentido. Eso era todo. No quise darle más vueltas. Así que no le di importancia. Simplemente fue una reacción de liberación de mi cuerpo.

Lo que no sabía era que esto iba a cambiar mi vida por completo. Pero uno nunca espera estas noticias.

Rosa insistió en que descansara, y yo no tuve fuerzas para llevarle la contraria. Me lave los dientes y me acosté y, sorprendentemente, me quede dormida rápidamente, dormí como una piedra. Un sueño profundo, sin interrupciones, como hacía mucho tiempo no tenía.

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La mañana siguiente amaneció luminosa. El sol se colaba por las cortinas, tibio, amable. Me estiré en la cama con una sensación de normalidad que casi me resultaba extraña. Como si por fin pudiera respirar sin sentir un peso sobre el pecho.

Me levan
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