Mundo ficciónIniciar sesiónEl silencio entre nosotros era espeso, casi irrespirable.
Matías sostenía la taza de café sin beberla, con la mirada fija en el líquido oscuro, como si buscara allí las palabras que no sabía decir.Yo solo quería terminar con aquello. Había aceptado ese encuentro por educación —o tal vez por curiosidad—, pero cada minuto a su lado me recordaba lo que tanto me costó olvidar.—No puedo creer lo mucho que has cambiado —dijo finalmente, rompiendo el silencio.—Las personas cambian —respondí con calma—. El dolor también cambia las cosas.Él levantó la vista, y por un instante reconocí esa mirada que un día me derritió el alma: dulce, insegura, llena de algo que entonces confundí con amor.—No quise hacerte daño, Isabella.Solté una risa amarga.—Eso ya no importa. Lo hiciste, pero sobreviví.Se removió incómodo, bajó la voz.—Te ves feliz. Muy feliz.—Lo soy —respondí con convicción.—Y él… te trata bien, ¿verdad?—No tienes derecho a p






