Capítulo 152

Los meses comenzaron a correr sin que me diera cuenta.

A veces me sorprendía mirando mi reflejo en el espejo, con las manos sobre el vientre redondeado, y me parecía imposible haber llegado hasta ahí. Todo lo que alguna vez dolió se había vuelto parte del camino, pero ahora el dolor no dictaba mi vida. Era solo un eco lejano.

El día de la ecografía llegó envuelto en una mezcla de nervios y emoción. Alejandro insistió en acompañarme, aunque yo le dije que no era necesario.

—No me lo perdería por nada —contestó con una sonrisa tranquila.

Yo me reí, intentando disimular el temblor que sentía en el pecho.

La sala era cálida, silenciosa. La doctora me pidió que me recostara y en pocos segundos, la pantalla frente a nosotros comenzó a llenarse de sombras y luces. Ese pequeño corazón, que ya conocíamos, latía con fuerza.

—Todo marcha muy bien —dijo la doctora, con una voz amable—. ¿Quieren saber el sexo?

Alejandro me miró.

—Solo si tú quieres.

Asentí.
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