Aimunan
Mike se acercó y me entregó las llaves de la camioneta. Me le quedé viendo sin comprender si se quedaba con nosotras o no.
—El auto es suyo, Señorita; la cabaña también. Todo está bajo su nombre. Su hermano preparó esto para cuando llegara un momento así —Mi sorpresa fue total. Años viviendo en un apartamento en el centro de la ciudad y jamás mi hermano me había pasado un bolívar. Si algo tenía a mi nombre era la posada que me dejó mi abuela en mi pueblo, lo cual agradecí, pero dejé en manos de mi padre, y solo vivía de esas ganancias.
—Pensé que era el refugio de los beneficiarios.
—No, esta es una de las primeras propiedades que adquirió su abuelo y su hermano para usted.
—¿Primeras? —¿O sea, había más?
—Así es. Igual está bajo vigilancia nuestra y... —Miró a Trina y luego a mí.
—Sí, sí, entiendo —dije, evitando que hablara de más. Nuestras caras eran un poema.
—Señorita, conoce el protocolo —Sacó dos nuevos teléfonos y pidió los nuestros—. Igual su hermano la va a c