Alexander Lee (Jin-Sung)
El 30 de octubre me fui a la cama con el cuerpo de Munan. El 31 de octubre me desperté y me encontré solo en el silencio. El mes de noviembre fue el purgatorio.
Volví a mis pesadillas, pero esta vez eran peores: tenía el recuerdo vívido de su piel, de su toque ancestral, y el pánico de su ausencia. Dormía dos horas, me levantaba, trabajaba con una eficiencia brutal y llamaba a Karl.
—¿Está bien? —mi única pregunta diaria.
—Está en paz, Jin-Sung. Con Trina. Feliz —respondía Karl, mi amigo, agente secreto y mi espía consentido.
Cada reporte de "paz" y las fotos de una vida feliz me destrozaban. Munan estaba sanando, pero esa sanación dependía de mi ausencia. Yo le había dado la libertad para elegir una vida sin mí, y ella la estaba construyendo. Sabía que cada día de felicidad con Trina era un clavo en el ataúd de mi esperanza.
El 1 de diciembre, no pude más. El imperio me parecía una jaula de oro sin ella. Ni el mejor whisky de mi amigo españo