La lluvia golpeaba suavemente contra los cristales de la ventana mientras Thomas contemplaba el sobre que sostenía entre sus manos. El membrete de la prestigiosa firma de arquitectura londinense brillaba bajo la luz tenue de la lámpara. Un año en Londres. Un proyecto exclusivo. La oportunidad que cualquier arquitecto soñaría.
Pero ya no era el mismo hombre que diez años atrás habría hecho las maletas sin mirar atrás.
El teléfono vibró sobre la mesa. Era Cassandra.
"¿Podemos vernos mañana? Necesito hablar contigo."
Thomas respondió con un simple "sí", guardando la carta en el cajón. Algunas decisiones podían esperar.
El cementerio estaba tranquilo aquella mañana. Cassandra caminaba entre las lápidas con un ramo de lirios blancos, los favoritos de su madre. Hacía tiempo que no visitaba su tumba, quizás porque enfrentar la muerte de su madre significaba también enfrentar todo lo que había quedado sin resolver entre ellas.
Se arrodilló frente a la lápida de mármol gris y depositó las flor