Alessandra De Santis, es la hermana menor del Sottocapo de la Cosa Nostra. Una de las tres mafias más poderosas de Italia y la más temida del mundo. Ella odia la organización y la mayor parte de su vida, huye de los deberes que le corresponden como muñeca de la mafia. Solo espera que su padre pague por todo el daño que le ha hecho y termine bajo tierra de la misma manera como él le hizo al amor de su vida. Dereck Collins, tiene un trabajo especial, infiltrarse en la Cosa Nostra y averiguar los movimientos internos que están haciendo en las costas sicilianas y dañar los planes de construcción, de una franquicia de supermercados que sería un lavado de dinero. Ambos no debían encontrarse, pero en los juegos del destino, nadie debería involucrarse. Una mujer que haría todo por huir de la mafia y un hombre que debe estar en ella. Un contrato con la mafia, fue la mejor solución que a ambos se les ocurrió, para seguir vivos en el juego macabro que se llama, vida.
Leer másCinco años atrás...
Berlín-Alemania.Alessandra De Santis creía haberlo conseguido todo. Le había costado salir de las faldas de su familia, pero con la ayuda de su mejor amigo, Fabrizio, consiguió irse lejos del radar de la mafia. Ella lo consideraba un hermano y se comportaba mucho mejor que Alessandro, su hermano mayor.Eran más las discusiones entre hermanos porque ella no se doblegaba ante las leyes que había en su familia, que a las muestras de afecto que se daban. Alessandro no era mal hermano, de hecho, era muy protector con su hermana, solo que él nunca supo cómo demostrar afecto.Los hombres en la mafia tenían una misión en la vida... Matar y ser fríos.Las mujeres para ellos era eso, objetos para satisfacer sus necesidades y ella jamás lo aceptaría.Una muñeca en un mar de sangre.—¿Sabías que te ves hermosa cuando estás metida en tus pensamientos? —le decía Thomas.Ellos se habían escapado a Alemania para poder vivir juntos. Tenían dos años en Berlín y, aunque ella tenía excelentes conocimientos empresariales, porque sí, Fabrizio se opuso para que la dejaran ser una mujer normal, en Berlín trabajaba en un café.A veces agradecía que Fabrizio fuera el capo y su padre no pudiera pasar sobre sus decisiones.—No sabes lo afortunada que me siento de estar contigo todos los días —él, con una sonrisa, besó sus labios.Thomas la amaba profundamente. Se conocieron en la universidad y fueron amigos por mucho tiempo. Él no sabía que era la hermana menor de la mano derecha de un criminal, pero no le importó y se enfrentó con ese hombre muchas veces.—¿No vas a llamar a Alessandro hoy? Es su cumpleaños y sé qué eres su persona favorita, Ale...Odiaba que la llamaran así...—No quiero que se entere en donde estoy, Thomas. Hemos vivido muy bien aquí y una llamada mía a Italia, acabaría en desastre —se alejó del balcón de la habitación.De solo pensar que Alessandro pudiera buscarla, se le hacía un nudo en la garganta. Ella tenía más miedo de él que de su propio padre.Por alguna razón, Andrea De Santis estaba demasiado tranquilo.—Él entendió lo que Fabrizio le explicó, Ale. Tu hermano...—¡Mi hermano no entiende nada, Thomas! Nosotros estamos viviendo tranquilos solo por la orden que dió Fabrizio. ¿Pero crees que estamos a salvo de Alessandro? Tiene sed de sangre al igual que...—¡Al igual que Fabrizio y toda la gente que te rodea, Alessandra! No estamos seguros de ninguna manera, pero en todos los años que hemos estado juntos, tu hermano respetó tu decisión. ¡Me enfrenté al Sottocapo de la Cosa Nostra, Alessandra! ¡¿Crees que no me hubiese asesinado el día uno que toqué tu mano si él quería?!—Thomas, él es...—Tienes diferencias con él, pero no es tan malo como lo haces ver...—¡Asesina a personas desde que tiene 14 años, Thomas! No me digas que no es...—¡Y nunca te ha hecho daño a ti, Ale! Tú mejor que nadie sabe que tu hermano estuvo fuera de tu casa por mucho tiempo y no sabe nada de lo que sucedía en tu familia —suspiró y se acercó a abrazarla—. No discutamos otra vez esto... Siempre es igual. Solo no quiero que estés triste cuando recuerdas a tu hermano...Ella recibió su abrazo y lloró. Odiaba todo lo que tenía que ver con la mafia, pero más odiaba que su hermano la dejara sola en ese mundo mientras se fue a estudiar a Gales. Ellos eran muy unidos, pero al llegar a cierta edad, deben iniciarse en la organización.Alessandro no era malo, pero había cambiado mucho al regresar a Italia. Era un hombre frío y aunque le tenía miedo, igualmente lo enfrentaba. No confiaba en él porque la había dejado atrás y eso jamás se lo iba a perdonar.***Era la noche más lluviosa y fría que podía haber en Berlín ese 4 de noviembre. Los noticieros no hablaron sobre una tormenta o algo parecido. Thomas y Alessandra habían tenido una cena romántica que terminó en un acalorado encuentro amoroso.Como todos los sábados en la noche, estaban los dos sentados en su acogedora sala de estar, viendo la televisión, pero su momento fue interrumpido, de manera abrupta por el hombre que ella menos esperaba encontrar.—Papá... —susurró, al abrir la puerta.—¡Hasta que por fin doy con tu paradero! No sabes cuánto me costó esperar a que el inútil de tu hermano se fuera de Italia —entró al departamento y vió a Thomas con asco.Alessandra había olvidado el miedo que daban los guardaespaldas de su padre... Y él.—¿Qué haces aquí? Fabrizio...—Soy el jefe de la familia De Santis, hija. No iba a dejarte la libertad que Alessandro le pidió a Fabrizio para ti. Tu deber es estar en casa con tu madre y esperando a que algún Capo pida tu mano —señala a su novio—. No estar con eso.Alessandra tragó grueso y se puso frente a Thomas, para intentar protegerlo.—Él no ha hecho nada, papá. Nosotros estamos viviendo bien y no me estoy metiendo en problemas. No he usado el dinero de la organización y...—¿Estás defendiendo a ese hombre, Alessandra? —la ira se fue apoderando del hombre—. ¡Responde, maldición!—Tenemos el permiso de Fabrizio y Alessandro...Y antes de poder continuar, el rostro de la castaña fue abofeteado por su padre, haciendo un estruendo en el silencioso departamento.—Ale... —antes de poder acercarse, fue tomado por los hombres de Andrea por su brazo.—¡No, papá! —ella también fue tomada por los otros hombres y alejada de Thomas.—Este hombre es un desgraciado que te quitó tu pureza. Ahora nadie va a quererte y deshonraste a la familia. ¿Dame una razón para no matarlos, Alessandra?—Lo amo, papá... Tenemos el permiso del Capo para estar juntos... Por favor... —le suplicaba su hija, entre lágrimas.—¿Y él te aceptó sabiendo quién eras? Qué ilusa eres, niña —el hombre no podía creerlo.Era abominable que su hija no estuviera con un capo o un hombre sin poder... Tanta belleza y estudio desperdiciado.—Yo amo a Alessandra, señor... —dijo el alemán con temor, pero enfrentaría cualquier destino con tal de que ella siguiera con vida.—¡Cállate, inútil! —sacó el arma de su funda y golpeó el rostro del joven.Alessandra perdió el aire al verlo sangrar.—¡Papá, déjalo, por favor! Thomas no está en este mundo...Se giró a verla y sintió como todo su cuerpo se tensó. Ese no era su padre. Estaba viendo al ex mano derecha del padre de Fabrizio.Ella sintió como su corazón y su pecho empezaron a arder.—¡Desgració el honor de la famiglia De Santis, Alessandra! Y eso no tiene perdón. Seré señalado por todo el mundo por tener una hija que se dejó engatusar por un hombre sin poder —miró a Thomas—. Dame una razón para no asesinarte por manchar a mi famiglia.—Yo la amo, señor. Jamás lastimaría a Ale y como se lo dije a su hermano, no tendré poder, pero prometo darle todo...—No puedes, mi hija corre peligro estando contigo —acarició su sien—. Mi hijo es un inútil que se deja manipular por Alessandra.—Papá...—Ruega por tu vida y aléjate de Alessandra —apuntó el rostro de Thomas.Lamentablemente, él no tenía a más nadie. Su abuela murió cuando él estaba estudiando y se encontraba solo en el mundo. Vivir sin Alessandra no podía, ella era su todo y en verdad creyó que podían ser felices.—No voy a rogar por mi vida y mucho menos voy a alejarme de Alessandra —el joven fue arrodillado—. Le pido disculpas por no ser un hombre con poder y dinero. Lamento haber manchado el honor de su familia, pero amo a su hija profundamente. Le prometí a Fabri...Y fue callado con otro golpe. Alessandra no paraba de llorar y suplicar que lo dejara ir. Ella ya había prometido regresar a casa y alejarse de él.—No digas Fabrizio... ¡Maldición, Alessandra, nunca piensas las cosas! —la apuntó—. Uno de los dos debe morir y llevarse la culpa de haber manchado a mi famiglia. Y el que quede con vida, jamás deberá decirle ni a mi hijo ni al capo lo que sucedió verdaderamente hoy.—Deje a Ale con vida, por favor... Ella...—Bien. Él muere por ti. Todo un caballero. Ahora despídete de él, Alessandra. Debemos regresar a Italia —le ordenó.Las piernas de la pobre chica se hicieron gelatina, los hombres de su padre la dejaron libre y fue hacia Thomas.—Por favor, amor...—Te amo, Ale. No pelees y deja de culpar a tu hermano de cosas que no sabe. Él es un buen hombre que solo piensa en ti. No me extrañes mucho y se feliz. Ten hijos y enamórate de alguien más. No estaré enojado y te cuidaré desde donde esté —besó sus labios.—Te amo, Thomas... —fue arrancada de su lado y arrastrada fuera del departamento.Todo el edificio había sido tomado por su padre. Seis disparos se escucharon desde el interior de lo que un día fue su casa.—¡No, Thomas! —gritó, lastimando su garganta. Intentó regresar, pero no se lo permitieron.Su padre salió de su casa con los zapatos llenos de sangre y una sonrisa llena de satisfacción.—Nada te ata a este mundo. Es hora de volver a casa y tomar tu lugar. He vengado el honor de mi famiglia —le dijo, al pasar por su lado.Ella quedó helada y sintió como algo corría por sus piernas.Su padre había destrozado su vida en cuestión de minutos. Lo que había empezado con una cena romántica, terminó en una desgracia.No dijo nada y esperó morir junto a Thomas y su hijo.Alessandra De Santis odiaba a su padre más, que a la propia organización que le había arrebatado el amor de su hermano.Año y medio después...Sicilia-Italia.Era la primera vez que Gianna Sofía hablaba frente a todos. La pequeña heredera de los Martinelli, pronunció la palabra —papá—, logrando la admiración de la organización. Una niña amada por todos y protegida de una manera impensable.Gianna Sofía, llegó 9 meses después de la boda. En honor a la hermana menor de Fabrizio, decidieron ponerle Sofía a la pequeña. Era una hermosa niña de cabello castaño y ojos con heterocromía como su madre. La viva imagen de su padre y el carácter encantador de Aysel. La pequeña les decía —papá— en italiano y —mamá— en turco.La adoración de todos. La Cosa Nostra después de tener tanto sufrimiento, se había llenado de niños en cuestión de unos años. Bendecidos, solía decir Emma.—Hoy te necesité más que todos los días —Fabrizio besó los labios de su esposa—. Eres la mujer más hermosa del mundo, la mia amata.Aysel se subió a su regazo a horcajadas, mientras se besaban. Él había estado de viaje en Polonia porque Kass
Tres meses después.Islandia.Habían pasado algunos meses desde que Aysel regresó a la vida. La turca tuvo días en donde la rehabilitación era imposible. Estuvo mucho tiempo inmóvil con su brazo y le costó volver a recobrar su peso saludable. La familia Martinelli estaba al pie del cañón con ella y jamás la dejaron sola. Para la Cosa Nostra, ella era una heroína y la admiraban al igual que a su líder. La boda llegó en un respiro y por segunda vez en la vida, Fabrizio estaba nervioso. Sus amigos y padrinos de boda estaban en la habitación terminando de arreglarse para ir a la iglesia. Porque por supuesto, Aysel se casaría como su madre una vez lo pidió.—¿Nervioso? —le preguntó Alessandro, viendo cómo se ponía el saco del esmoquin.—Vuelve a preguntar y te envío a Estados Unidos —lo amenazó.—Luke está aquí... —se burló, y miró a los chicos—. Los solteros más deseados de Europa. Todos menos Fabrizio.Los cuatro líderes de la mafia lo miraron con seriedad. Estaba Kylian, segundo al ma
Fabrizio esperó y esperó, a que alguien le diera una mejor noticia. Subió nuevamente a donde estaba su gente y encontró a todos reunidos en la sala de espera, mientras Emir gritaba palabras en turco. El reloj marcó las 12 y él cerró los ojos por un instante.—¡Anneme gitmemeli! —el dolor en su voz era profunda, y casi podía sentir lo que Emir trasmitía.—En un idioma en el que te pueda entender... —le ordenó, tan cansado de esperar por su bonita.—No debe ir con mi madre —le contestó y señaló a la doctora—. Ella dijo que Aysel...—¡No! —lo interrumpió y se giró a mirar a la mujer—. Es el cumpleaños de Aysel.La doctora los miró y sintió lástima por todos. Cada día era algo peor para la pobre muchacha, y se le notaba a todos cuanto la amaban.—¿Creen en los milagros? —les preguntó, Fabrizio apretó sus manos y las hizo puño—. Es lo único que puede hacer que esa joven regrese a la vida sin problemas. Nosotros hicimos todo lo que está en nuestro alcance, pero solo un milagro...—¡Yo creo
—En el nombre del padre, del hijo y del espíritu Santo, amén —escuchó hablar a Emma, mientras entraba al hospital.—¿Tan mal está? —le preguntó, asustando a la chica—. No fue mi intención...Emma los miró a los dos y sonrió con amabilidad. Parece que la vida de la Cosa Nostra dependía de la turca que estaba luchando por vivir.—Hay que confiar en Dios, Fabrizio. Aysel está en cirugía. Los estaba esperando para que fuéramos juntos a la sala de espera —besó la mejilla de su esposo—. La policía está aquí.Fabrizio cerró los ojos y suspiró.—¿En dónde estaba Dios cuando Aysel o Sofía estaban sufriendo? —la miró con frialdad—. No soy creyente, pero respeto... Solo no me digas que crea en alguien que me abandonó a mi suerte.Emma lo miró con tristeza.—Mi fe es tan grande como lo es la Cosa Nostra. Todos los días pido por ustedes y he sido bendecida día a día. Sé que Aysel saldrá de esta mala situación. Hay gente buena que le pasan cosas malas. Lamentablemente, a Aysel le tocó conocer lo ma
—¡Tienes que salvarla! —le apuntó con su arma la cabeza a una doctora.—Capo, debe esperar aquí afuera. Deje que nosotros revisemos el estado de Aysel para poder proceder —le informó nerviosa—. Tiene el pulso muy débil y no debemos perderlo. Si usted nos sigue deteniendo, ningún médico podrá hacer su trabajo.Fabrizio tragó grueso, asintió y bajó el arma.—Si Aysel no se salva juro por la memoria de Sofía que ustedes estarán muertos —los sentenció a muerte.—Se hará...—Hasta lo imposible si ustedes quieren seguir viviendo —la interrumpió.La doctora dió un suspiro y se marchó. Estaban en el área de emergencia de un hospital cercano a donde fue encontrada Aysel. Todo el mundo sabía quién era Fabrizio y la manera en que fue secuestrado el lugar por toda la mafia, no era necesario preguntar qué querían.—Alessandra y Emma vienen en camino para estar con Aysel mientras nosotros nos hacemos cargo de...—No me voy a ir hasta que Aysel despierte —no lo dejó terminar—. Necesito que ella...—
Los peores momentos los estaban pasando ellos. Fabrizio, por no saber cómo estaría su mujer, y Aysel, por recibir tantos golpes como un saco de boxeo. El abdomen de la turca ya no daba para más. Le dolía respirar y le pedía a su madre que se le llevara. Sabía que Fabrizio iría por ella, pero no se creía capaz de poder aguantar un poco más de dos horas. Mucho menos cuando la estaban golpeando con alevosía.Aysel no lloró ni una sola vez, aunque su rostro estaba cubierto de sangre y moretones. Uno de sus ojos estaban cerrados por la inflamación y estaba por ocurrir lo peor.—¿Sabes que es lo divertido de todo esto? —ella solo podía escuchar la voz del hombre. La fuerza había abandonado su cuerpo desde la última golpiza—. Que al bastardo de Fabrizio tú serás quien lo va a matar.Y esa era una de las razones por las que, aunque quería irse con su madre, le daba miedo dejar a Fabrizio. Ese hombre sería capaz de hacer una locura si ella llegaba a morir antes de que él llegara.«Anne, dame
Último capítulo