La mafia no perdona a los que titubean.

Lo supe desde el primer segundo en que crucé la línea. Desde el momento exacto en que acepté ese anillo de compromiso —una promesa disfrazada de contrato, un juego de poder envuelto en deseo— supe que ya no podía permitirme ser débil.

Ahora, lo confirmaba.

Todo estaba más enredado de lo que había imaginado. No se trataba solo de Viktor y su mundo violento. Había capas. Más profundas. Más sucias. Más... personales.

La mañana en la villa empezó con un mensaje sin remitente en mi celular. Un número desconocido, un archivo cifrado y una palabra en el asunto: "Observa." Cuando lo abrí, el corazón me dio un vuelco. Un registro bancario. Fondos desviados. Fechas. Montos. Nombres.

Y uno, en particular, resaltado en rojo: Alexei Makarov.

El primo de Viktor. Su sombra. Su confidente. Su arma de doble filo.

—Hijo de puta… —murmuré, mientras escaneaba los movimientos con el pulso acelerado.

No era un desvío cualquiera. Era sistemático. Preciso. Como quien l