"¿De qué quieres hablar?" preguntó Leonel una vez más antes de invitar a Mateo a su apartamento.
"Se trata de papá," dijo Mateo en voz baja, un temblor de tristeza en su tono. Tragó saliva y bajó la mirada por un momento antes de encontrarse con la de Leonel. Su expresión lucía sombría y triste.
Leonel soltó un largo suspiro. "Pasa."
Mateo entró al lugar que visitaba por primera vez. Miró alrededor para ver qué había en el apartamento de su hermano adoptivo.
"Siéntate," dijo Leonel fríamente cuando llegaron a la sala.
"Di lo que tengas que decir y luego lárgate," continuó con severidad.
Mateo miró a Leonel con calma. "Está bien," asintió.
"Por favor, regresa a casa," fue todo lo que salió de los labios de Mateo.
"Papá te extraña muchísimo," continuó.
"¿Eso es todo?" respondió Leonel.
"¿Sabes qué, Leonel? Solo soy un hijo adoptado, y mi presencia nunca podrá ocupar tu lugar como su hijo biológico." Mateo tragó con dificultad. Sus palabras eran amargas pero ciertas.
Leonel, por otro lad