Kael pareció sorprenderse.
—¿Yo? Mi lugar está liderando el ataque principal.
—Tu lugar —contesté, clavándole la mirada— está al frente de tu manada, sí. Y la verdadera fuerza de tu manada debe estar en el punto de mayor peligro. No escondida atrás, esperando a que otros hagan el trabajo duro. Si esta misión es tan crucial, demuéstrame que no eres un cobarde. Lidera la incursión. O, de lo contrario, admite que solo eres un estratega de salón que envía a otros a morir por él.
Lo había acorralado, delante de todos sus guerreros y los míos, no podía negarse sin quedar como el cobarde que era.
Kael me sostuvo la mirada durante lo que pareció una eternidad. Vi una tempestad en sus ojos. Finalmente, rió, con burla.
—Como quieras, Chiara —el tono de su voz estaba cargado de amenaza— iremos juntos, tú y yo. Los dos Alfas, pasaremos una noche en el territorio del enemigo —su mirada recorrió mi cuerpo— será instructivo.
No me inmuté, aunque por dentro, Lira lanzaba un rugido de advertencia. “E