Damián Feldman
Un duro nudo se atravesó en mi garganta.
Al final, no esperaba su piedad, pero tampoco esa fría indiferencia con la que me hablaba y su actitud calculadora, que tenía la intención de arrastrarme a los más profundos abismos.
—Amelie, alguna vez te dije que no me casaría contigo por la herencia. El dinero no me interesa en absoluto.
Amelie frunció el ceño y respiró profundo.
—Es que en este momento, Damián, no solamente se trata de ti, sino también de mí y de Joseph. Tú pediste una prueba de paternidad, y por supuesto que la vamos a hacer, porque a mí me conviene que él, legalmente, sea un Feldman. Pero esto también desbloquearía automáticamente la herencia de Bartolomeo. ¿Y entonces? ¿Pretendes quedarte con todo, tú solo?
La miraba y no podía creer lo que me estaba diciendo; nunca antes la había sentido tan fría e indolente al hablarme, sobre todo tan interesada.
—Pues no me casaré contigo, y seguiremos el proceso legal por la paternidad de Joseph. Creo que entre los do