A las ocho en punto, el sol apenas tocaba las cortinas gruesas de la suite de Sean Castelli.
El sonido tenue de la ciudad no lograba penetrar el silencio denso del cuarto.
Sean dormía aún, el cuerpo cubierto hasta la cintura, respiración profunda, una copa vacía sobre la mesa de noche.
Había vuelto tarde, sin ganas de hablar, sin intención de dormir… pero el cansancio lo venció.
***
En el vestíbulo del hotel, Emily caminaba con paso ágil.
Llevaba su abrigo de lana claro sobre el brazo y una bandeja entre las manos: fruta cortada, pan suave y café sin azúcar, justo como Julie podía tolerarlo estos días.
Mientras esperaba a que el ascensor bajara, Luca apareció desde el lado opuesto, con el celular en la mano y gesto amable.
—Emily.
—Luca, buenos días. ¿Sigue siendo tan elegante antes de las nueve?
—Sólo porque hoy el día tiene dueño.
Es el cumpleaños del señor Castelli.
Emily fingió sorpresa.
—Eso ya lo tenía anotado.
Nosotras también hacemos seguimien