El Maserati Coupé se detuvo frente al hotel entre luces tenues y murmullos elegantes de la noche.
El portero lo reconoció al instante, abriendo la puerta con rapidez.
Sean bajó primero. Luego rodeó el auto y abrió del lado de Julie, tomándola de la mano con delicadeza.
Emily y Matías los esperaban en la entrada, inquietos.
El rostro de Emily se transformó al ver a Julie envuelta en el abrigo largo, aún con marcas visibles en la cara.
—¡Julie! —exclamó, abrazándola sin contenerse—. Dios… ¿estás bien? ¿Estás entera? ¿Te revisaron?
—Estoy bien. Un par de contusiones, pero nada que el sarcasmo no cure —susurró Julie con una sonrisa débil.
Matías se acercó con una mirada seria pero sincera.
—Creí que tendría que salir a buscarlos con helicóptero.
Me alegra verte de nuevo.
Julie le apretó el brazo, agradecida.
Sean se giró hacia ellos.
—Llévenla a la suite matrimonial.
Asegúrense de que descanse. Yo los veo más tarde.
Emily frunció el ceño.
—¿Y tú?
—Teng