CAPÍTULO 96. La mentira necesaria.
Camila se mueve por la cocina con la calma artificial de un cirujano bajo presión. Su corazón late con una percusión salvaje, pero sus manos son metódicas. Ella sabe que el tiempo se agota. Alejandro llegará en cualquier momento, y la aparición de una persona externa puede ser el detonante que haga estallar la mente de Luciana. Ella no puede esperar.
Mientras busca en la nevera, sus ojos escanean sus opciones. Un sándwich. Sí, algo rápido, fácil de tragar, que no levante sospechas. Saca el pan, el jamón y el queso. Pero mientras trabaja, sus pensamientos vuelven al pequeño botiquín de emergencias que tiene.
Necesita un sedante.
Su mente, entrenada en la reacción a crisis, recuerda un potente ansiolítico que utiliza ocasionalmente. Es una dosis fuerte, pero necesaria para neutralizar la agitación psicótica de Luciana. El riesgo es alto, pero la alternativa es un enfrentamiento armado.
Con un temblor casi imperceptible, Camila abre un cajón bajo el fregadero. Saca el botiquín, extrae el