En la opulenta y sombría ciudad de Haarlem, donde el dinero y el poder dictan las reglas, Elena Morgan, una joven atrapada en un matrimonio de conveniencia, descubre que ser la esposa de Amadeus Blackwood, un despiadado CEO lobo, es una pesadilla envuelta en oro. En el lujo de su prisión matrimonial, Elena guarda un secreto que lo cambiará todo: espera un hijo de Liam. Mientras las ambiciones de los Blackwood y la rivalidad con los Gray alcanzan su punto de ebullición, Elena se ve enredada en un peligroso juego de traiciones, pasiones prohibidas y lealtades divididas. ¿Podrá el amor verdadero triunfar sobre las cadenas de la riqueza y el poder? ¿O será consumido por la despiadada guerra entre clanes? ¿A quién elegirá Elena? ¿Sobrevivirá su amor en un mundo devorado por la codicia? El futuro de dos familias, un legado y una vida por nacer están en juego en esta batalla entre el corazón y la fortuna. Con su vientre portando el fruto de la traición, Elena deberá elegir entre tres hombres que luchan por ella: el esposo que le ofrece un imperio, el amante que le promete libertad y el rival que busca destruirlo todo para protegerla. Cada decisión traerá consigo sacrificios y consecuencias devastadoras en esta historia donde el amor, la ambición y la supervivencia se enfrentan en un épico desenlace.
Leer másLa mansión de los Morgan brillaba con la opulencia de una familia de linaje respetable. Grandes columnas de mármol y obsidiana sostenían los altos techos, mientras las lámparas doradas iluminaban los pasillos adornados con diamantes y cuadros al óleo.
En uno de los salones se encontraba Elena Morgan, hija única de la familia y heredera de una de las fortunas más envidiadas en Holanda. Se encontraba de pie junto a su madre, la matriarca de la familia. Discutiendo en voz baja. —Madre, ¡no puedo casarme con ese hombre! —mencionaba Elena con determinación, aunque su madre no compartía su decisión
—¡Lo sabes tan bien como yo! Elena, este matrimonio es crucial para el futuro de nuestra familia y nuestra empresa —respondió con frialdad y sin mostrar amor por su hija.
Elena suspiró, resignada a su destino. Sabía que su madre tenía razón, pero eso no hacía que la idea de casarse por conveniencia fuera más fácil de aceptar. Su esposo un Alpha joven, de familia de renombre, pero con sangre de lobo, lo que significaba que la unión no sería por amor. ¡Sino por negocios!
La controversia continuaba, sin embargo, Thomas Morgan se encontraba en reunión con quien sería su yerno. El flamante CEO y Alpha de la familia Blackwood. —Nuestra familia depende de este matrimonio. ¿Cuándo se realizará la boda? —preguntó con intriga y temor ante el CEO Amadeus Blackwood.
Amadeus Blackwood el hijo mayor de la familia y CEO de la red de bancos más grande de Holanda, no se limitaba a escuchar las órdenes de quienes dependían de su fortuna. Con una mirada fría y expulsando su naturaleza violenta, respondió al padre de Elena. —Me casaré con tu hija bastarda, pero solo si entregan por voluntad el setenta y cinco por ciento de sus acciones. ¡Del banco internacional! ¿Acaso no deseas salvar a tu familia de la quiebra total?
Thomas Morgan no podía creer lo que escuchaba, por lo que, tragando saliva y con temor evidente. Respondió con la voz cortada. —Pero, tu padre me prometió que por medio de este matrimonio salvaría a mi familia de la ruina y no tendría que entregar mis acciones como parte del trato del matrimonio. ¡Mi hija vale mucho más que eso!
Amadeus enfureció desgarrando su camisa con la fuerza de su lobo interior, exclamando con fuerza y violencia. —¡Sin este matrimonio ustedes se irán a la ruina de inmediato y todas las acciones de sus bancos serán de mi propiedad por la fuerza! Aprovecha que aún les estoy dando la oportunidad de quedarse con el veinticinco por ciento de las acciones.
Thomas Morgan quedo abrumado por la manera violenta en la que Amadeus se impuso en ese momento. —Hoy mismo obtendrá una respuesta CEO Amadeus. Debo preparar a mi hija para este matrimonio. —respondió con desilusión y frustración el padre de Elena.
Thomas Morgan abandonó la oficina de Amadeus y de inmediato revisó su teléfono en el cual recibió un mensaje de sorpresa.
A las a fueras del banco central de los Blackwood se encontraba un auto negro con el logo de la familia Gray. —Por favor aborde señor Morgan. —mencionó el conductor que esperaba la llegada de Thomas Morgan.
Thomas Morgan subió al auto, en la parte trasera donde se encontraba Nathaniel Gray. CEO del banco multinacional y contrincante de la familia Blackwood, la única familia que confrontaba al CEO Amadeus y que pertenecía a la familia de lobos alpinos de Australia y que residía en Holanda.
—Es un placer señor Morgan —exclamó Nathaniel Gray. —Seré muy directo y espero no se ofenda, pero estoy dispuesto a triplicar la oferta que le realizó Amadeus por casarse con su hija.
La propuesta, ¿inesperada y repentina de Nathaniel Gray? Conmocionó a Thomas Morgan, pero entonces, ¿qué era lo que debía hacer el padre de Elena? —¿Porque siente interés por el compromiso que he llevado a cabo con la familia Blackwood? —preguntó con intriga el padre de Elena.
—Estoy dispuesto a salvar a su familia de la bancarrota, a cambio solo pido que su hija se case conmigo. Sería una verdadera desgracia que una familia de un linaje respetable se venda por unos millones a la familia más despreciable de Holanda. ¡Elena no lo merece!
Thomas Morgan no conocía el secreto de la familia Gray y vivía atemorizado por conocer que los Blackwood eran los únicos lobos en la región y se aprovechaban de su poder para apoderarse de todo lo que ellos deseaban.
Con un nudo en la garganta el padre de Elena, respondió —Lo siento seño Nathaniel Gray, pero he firmado el acuerdo con Amadeus Blackwood y esta noche se llevará a cabo la cena de compromiso con mi hija, le sugiero que no se entrometa con la familia Blackwood.
Nathaniel Gray suspiró con decepción, mientras depositaba un diamante rosa en el abrigo del señor Morgan. —Mi oferta continuara en pie hasta el día o la hora que decida hacer negocios señor Morgan, le puedo asegurar que no me atemoriza en lo más mínimo la familia Blackwood. ¡Más bien ellos deberían temer por su linaje!
Antes que Thomas Morgan descendiera del auto, el CEO Gray le mencionó. —El matrimonio seria solo para salvar a su familia, no es mi verdadera intención comprar el amor de una doncella. ¡Así como lo está haciendo ese salvaje de Amadeus!
Horas antes de la cena de compromiso.
—Que haces aquí? No deberías acercarte, ¡podrían descubrirnos! —susurró Elena tras encontrarse de quien se encontraba enamorada y dispuesta a marcharse, ¡aun sin fortuna o herencia!
—Observé a tu padre reunirse esta tarde con Amadeus, he de imaginarme que lo de tu boda va en serio, pero me preocupa que también se reunió por fuera del banco con Nathaniel Gray. ¿Sabes algo al respecto?
La sorpresa fue mayor en Elena tras escuchar el nombre de Nathaniel Gray, respondiendo con inseguridad. —Nunca antes me enteré de las reuniones de los Gray con mi padre. ¿Qué es lo que estará planeando?
La intriga era mayor entre ambos, repentinamente el amante en secreto de Elena la abrazó fuertemente hacia su pecho y exclamó. —Debes casarte con Amadeus Blackwood, es la única manera en la que podríamos sacar ventaja de todo lo que están forzándote a hacer.
Elena se apartó del pecho de su amante y respondió con lágrimas en sus ojos. —Me enamoré de ti Liam porque eres un hombre sencillo y encantador, ¡nunca imaginé que el dinero te importara tanto! Creo que después de todo no estás preparado para hacerte saber por lo que estoy atravesando.
La respuesta de Elena motivó la intriga en el corazón de Liam Evans. —¿Preparado? ¿Para que debo estar preparado Elena?
—No sé si deba hacértelo saber Liam, ahora resulta que debo escoger o decidir entre tres hombres. Uno de ellos es el CEO de la empresa de su familia y nombrado Alpha de los Blackwood. El otro es un Millonario y contrincante de Amadeus y ahora tú, qué me encantabas por ser humilde y apasionante en la cama y en mi corazón. ¿Me propones que me case con Amadeus por dinero?
Liam se acercó a su amada y susurrándole le mencionó. —No es ambición Elena, solo no soportaría escaparme contigo y condenarte a una vida de desgracia y penas, por eso te ruego que te cases con Amadeus, luego hacemos publica nuestra relación y la vergüenza lo obligará a divorciarse y entonces podríamos escapar a cualquier parte del mundo. ¿Qué dices? ¿Estarías dispuesta a sacrificarte? ¿Así como estoy dispuesto a sacrificarme que no serás mía por un tiempo?
Elena no dejaba de llorar, pero el deseo de ambos los envolvió una vez más y se dirigieron hacia las cabañas abandonadas por la familia y donde Liam habitaba a escondidas de la familia Morgan. Sin que nadie se percatara que Liam habitaba en ellas.
La pasión los envolvió y descubrieron sus cuerpos, el fuego de la chimenea solo era la excusa perfecta para envolverse en el fuego del amor y el deseo. Liam no dejaba que Elena descubriera que se convertía en un hibrido de piel oscura, por lo que amaba y se entregaba al deseo del cuerpo de Elena siempre por su espalda.
El deseo de Liam era tan empedernido que llegaba a transformarse mientras su cuerpo se enredaba con el de Elena, pero la ambición estaba provocando que Liam dejara por un lado el amor y la pasión con Elena.
—¿Porque siempre tienes que amarme de esta manera Liam? Me encanta que me poseas de esta manera, pero por una vez desearía observar tu rostro mientras posees mi cuerpo y me deleito en tu deseo. —susurraba Elena entre gemidos de pasión.
Liam escuchó la petición de su amante, entonces respondió. —Es la manera en la que podemos amarnos, ¿si tú te casas con Amadeus y te divorcias? ¡Entonces ese día llegará! Porque solo podemos amarnos en la oscuridad y a las espaldas del mundo.
Elena deseando que ese día llegara pronto y mientras llegaba al clímax de su deseo, exclamó entre gemidos y gritos de placer. —Me casaré con Amadeus por nuestro amor, pero también lo haré porque hay un secreto que deseo revelarte y, ¿cuánto antes me case con Amadeus? Será lo mejor para todos.
Horas más tarde… Esa noche, ¿en la cena de compromiso en la mansión de los Morgan? Las dos familias se reunieron para celebrar la alianza que aseguraría su futuro. Amadeus observaba a su futura esposa, una joven hermosa pero distante, preguntándose, ¿si alguna vez encontraría el amor en ese matrimonio de conveniencia? Después de todo no le fue tan indiferente como pretendía que seria.
Amadeus Blackwood se preguntó en silencio. —Que tiene esta joven que es capaz de atraerme? Siento una fuerte atracción y deseo por poseerla.
Seguramente Amadeus se encontraba atraído por el fuerte carácter y el linaje de Elena, convirtiéndola en una excelente mujer para engendrar un heredero Alpha de cualquier familia que se cruzara con su sangre a pesar de ser una simple humana.
La hermana de Amadeus se encontraba a su costado derecho y acercándose a su oído preguntó con un susurro casi inaudible para los presentes. —¿Estás seguro de esto, Amadeus?
Amadeus respondió, aunque en su interior sentía una inexplicable reacción ante la presencia de Elena. —¡Lo estoy, Isabella! Es por el bien de todos.
Oliver Blackwood levantó su copa rebozando de vino, para proclamar. —¡Desde esta noche nos convertiremos en la familia bancaria más dominante de Holanda y del mundo! Destronando a los Gray que por años han sido nuestros contrincantes, esta alianza no es solo una estrategia. ¡Es el futuro del mundo!
Thomas Morgan se levantó de su asiento y tomando a su hija la llevó hacia el asiento donde se encontraba Amadeus. —Te entregó el tesoro más invaluable que poseo, te ruego que la trates como a una joya invaluable.
Thomas Morgan soltó la mano de su hija sobra la de Amadeus y ella inquietante y sin pretexto, se posaba frente a Amadeus. Dejando la respuesta del CEO. —Entonces señor Morgan, nuestro acuerdo queda cerrado desde este momento. ¡Mañana firmaremos el matrimonio en mi oficina y ella desde hoy será mi esposa!
Elena se echó hacia atrás tras escuchar las palabras de Amadeus y preguntó con temor ante la mirada fría de Amadeus. —¿Desde esta noche? Primero debemos firmar el acta de matrimonio para convertirme en tu esposa y dormir a tu lado.
Isabella exclamó. —No seas imprudente, solo debes obedecer y cumplir los caprichos de mi estúpido hermano. Además, hay algo que no logró percibir en ti que me intriga. ¿No estarás embarazada? ¿Verdad?
Elena se asustó en sobremanera, cruzando sus manos y posándolas sobre su vientre bajo ella respondió. —¿Cómo podría estar embarazada? ¡Es una verdadera estupidez! No le seria infiel a mi futuro esposo, sabiendo que eso sería nuestra condena.
Amadeus sonrió con burla y exclamó. —En verdad eres estúpida hermana, ¿para que esta mujer quede embarazada? ¡Primero debe acostarse conmigo! Seguramente ella no pretendería engañarnos de esta manera. Así que no estoy dispuesto a esperar a que termine esta fiesta. Hay asuntos más importantes que resolver esta noche de bodas.
Liam Evans se encontraba a las afueras de la mansión Morgan, esperando el momento de observar a su amante salir de la mano de Amadeus. No tardó en que eso sucediera y se acercó de prisa a la salida de la familia Blackwood.
Entre sombras y traiciones Liam exclamó. —Elena, serás mi riqueza y mi salvación. Mientras que tu Amadeus. ¡Voy a dejarte en la quiebra!
La luna brillaba en exceso y el deseo de Amadeus por poseer el cuerpo de Elena era más que inminente. Llegando a la mansión Blackwood, se encerraron en la habitación del Alpha y tras desvestir a la doncella. Amadeus mencionó con deseo en sus labios. —Es la noche perfecta para preñarte y que me des un heredero, aunque hubiese deseado a una loba. Contigo es más que suficiente para mis propósitos.
Amadeus se giró lentamente, con el rostro endurecido y los ojos brillando con una furia contenida. Isabella, a su lado, dio un paso hacia atrás, sabiendo perfectamente quién estaba detrás de esa voz que cortaba el aire como una daga.Allí, apoyado contra una de las columnas del pasillo exterior y la misma elegancia implacable de siempre, estaba Nathaniel Gray. Su mirada era helada, y aunque no alzaba la voz, cada palabra suya pesaba como una sentencia.—Te creí más sutil, Amadeus —continuó Nathaniel, caminando lentamente hacia él, sin apartar los ojos del juez—. Pero no puedes ocultar el hedor de tu desesperación ni siquiera bajo una toga comprada.—No te atrevas a cruzar esa línea conmigo —gruñó Amadeus, dando un paso al frente, su voz cargada de amenaza—. Esto no te concierne, Nathaniel. Es un asunto “familiar”—Todo lo que afecta a Elena me concierne —respondió Nathaniel con una calma mortal—. Sobre todo, cuando se trata de protegerla de un lobo que no conoce los límites ni la dign
Nathaniel avanzó con paso firme y se sentó frente a él sin pedir permiso. —Sé lo que hiciste. Sé que ya tienes la sentencia redactada. El divorcio será concedido sin permitirle a Elena siquiera defenderse. Y que piensas entregarle el niño a Amadeus apenas nazca. ¿Cuánto te ofrecieron, Alaric? ¿Dinero? ¿Silencio? ¿Una nueva casa en las colinas?El juez tragó saliva. Su rostro palideció. —Nathaniel… no entiendes lo que está en juego. Amadeus no acepta un no. Tiene pruebas, argumentos, y el respaldo del Consejo Interno. Todo parece legítimo.—Todo parece, exacto —lo interrumpió Nathaniel, con voz dura—. Pero tú y yo sabemos que esto es un montaje. No hay pruebas de la infidelidad de Elena. No hay pruebas de que ese niño no sea suyo. Solo hay una narrativa… creada por Rebeca, reforzada por Isabella, y sostenida por el miedo.Beaumont se removió en su asiento. —No tengo elección...Nathaniel se inclinó hacia él, la mirada afilada como cuchillas. —La tienes. Siempre la tienes. ¿Pero si firm
—Es la mejor decisión que has tomado en años, querido —repitió Rebeca con esa sonrisa envenenada, deslizándose por la cama como una serpiente satisfecha de haber devorado a su presa.Amadeus la observó en silencio, su pecho aun subiendo y bajando por la intensidad del encuentro. La niebla del deseo comenzaba a disiparse, y una punzada de realidad se le coló entre las costillas. Pero ya era tarde. Rebeca lo tenía, y lo sabía.Ella se incorporó lentamente, estirándose como una pantera y caminó hasta recoger su abrigo de cuero negro que descansaba sobre el sillón.—Ahora que estamos de acuerdo en que Elena dejará de ser tu esposa… —dijo, colocándose el abrigo sin prisa—, hay algo más que debemos hablar. Algo... importante.Amadeus se sentó en el borde de la cama, sin apartar los ojos de ella. —¿Qué más quieres, Rebeca?Ella se volvió hacia él con una expresión más seria, casi maternal, pero su mirada seguía oculta bajo una capa de manipulación cuidadosamente calculada. —Quiero que traiga
Amadeus se mantuvo firme frente a la segunda heredera de los Gray, sus ojos dorados oscurecidos por la frustración contenida. Su respiración era pesada, y su aura de poder, innegable. Pero la figura que se interponía entre él y sus impulsos no era cualquiera.Rebeca por su parte. Vestía un abrigo ceñido de cuero negro que resaltaba su elegancia predadora. Su mirada era profunda, seductora y decididamente peligrosa.—¿La verdad? —repitió él, con la mandíbula tensa. —¿De qué estás hablando, Rebeca?Ella se acercó con paso felino, lenta, controlada… provocadora. Deslizó sus uñas —afiladas como promesas rotas— por la mandíbula de Amadeus, dejando un rastro invisible sobre su piel.—La verdad —susurró— de por qué volví… de por qué, después de todo, aún estoy aquí.Amadeus retrocedió apenas un paso, incómodo por la cercanía, pero no lo suficiente como para parecer débil. —No tengo tiempo para tus juegos. —gruñó.Rebeca sonrió como si él acabara de confirmar algo que llevaba años esperando.
Detrás de la puerta entreabierta del despacho, una sombra se movió con suavidad. Elena, aún con su bata de descanso sobre los hombros, se había levantado al escuchar las voces elevadas desde el pasillo. Lo que escuchó no fue lo que esperaba.Su cuerpo se tensó cuando escuchó con claridad la voz de Nathaniel… y luego la de Liam. Cada palabra era como un peso sobre su pecho. —Te daré lo suficiente para que desaparezcas de la vida de Elena para siempre. Sin olvidar que tu deuda con la mafia está completamente saldada…Y entonces, las palabras de Liam ya no fueron suficientes para Elena. —¡Voy a luchar por Elena!Su corazón se detuvo por un momento. ¿Por qué todo tenía que girar alrededor de traiciones, pactos, acuerdos con mafiosos y guerras territoriales? ¿Dónde quedaban los sentimientos reales? ¿Acaso su amor era una simple ficha en el tablero de poder entre tres Alphas?Elena retrocedió en silencio, alejándose de la puerta. La rabia se mezclaba con la decepción. Aquella parte de la c
Amadeus dejó escapar un aliento tembloroso mientras su cuerpo comenzaba a relajarse. Su transformación se desvaneció lentamente, los músculos de su lobo encogiéndose hasta que su piel recuperó su forma humana. Su respiración era errática, su mente atrapada en un bucle infinito de la escena que acababa de ocurrir. Elena en el suelo. Elena con la mejilla enrojecida. Elena con los ojos llenos de lágrimas. "Te amaba, Amadeus... pero tu violencia lo destruyó todo."Sus palabras resonaban en su pecho como golpes invisibles, más dolorosos que cualquier herida de batalla. Nunca había sentido algo así antes. La guerra, la competencia, el dominio… todo eso lo entendía. Pero esta sensación, esta angustia aplastante que se instaló en su interior, lo dejó completamente desorientado. No reaccionó cuando Nathaniel se acercó, su expresión seria y triunfante a la vez. —¿Nos vamos? —preguntó con calma, pero con firmeza. —Elena se marchará a la mansión Gray. Allí estará segura… lejos de ti. —acotó
Último capítulo